La fallida medicalización
Ante la fuerte presión asistencial en los hospitales, las autoridades apostaron por dotar de recursos a las residencias para su medicalización. Pero la realidad quedó muy lejos de los buenos deseos. Una doctora que trabajó en varias de ellas explicó que “no podemos considerar a una residencia un hospital por el hecho de que tenga enfermería o médicos, porque no tenemos herramientas básicas para poder hacer tratamientos, ningún tipo de herramienta para diagnosticar procesos agudos, ni la dotación necesaria para poder monitorizar la respuesta al tratamiento”.
A pesar de los anuncios, la mayoría de residencias en Madrid y Cataluña no estaban ni están bien dotadas de personal ni de equipamiento médico, y en el pico de la pandemia no estaban preparadas para brindar asistencia médico-sanitaria adecuada a sus residentes ni para gestionar la especial vulnerabilidad. En definitiva, sin la posibilidad de ir al hospital o de recibir asistencia sanitaria efectiva en su propio centro, las personas mayores en residencias quedaron abandonadas a su suerte.
Amnistía Internacional ha documentado diversos testimonios sobre cómo la falta de recursos dificultó el tratamiento de patologías comunes como llagas, úlceras o depresión, que no fueron tratados adecuadamente en numerosas residencias de Cataluña y Madrid. La combinación de falta de personal y recursos y el obligado aislamiento por sospecha de COVID-19 produjeron en varios casos desnutrición, deshidratación y rápido deterioro emocional en las personas mayores en residencias. AI-España documentó casos que, por falta de atención adecuada, podrían constituir trato cruel e inhumano conforme a estándares internacionales.
El caso de Jesús (88 años) confirma la falta de capacidad médico-sanitaria en las residencias. Al encontrarse de baja la médica titular, la residencia recibía apoyo de un servicio de médicos vía telefónica. Cuando un doctor acudió al centro, la hija de Jesús intentó que viera a su padre, pero recibió una respuesta negativa a través de una enfermera, porque “como tenían que priorizar, no lo iba a visitar ya que había otros residentes que estaban peor”. Al día siguiente falleció con sintomatología compatible con coronavirus.