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Nuevo informe muestra que el cambio climático destroza vidas y perpetúa la desigualdad

MUMBAI, INDIA – NOVEMBER 29: Mumbai residents take a part in the climate change strike at Bandra, Carter road under a global movement, 'Fridays For Future' to spread awareness on climate change at Alka Talkies Chowk, on November 29, 2019 in Mumbai, India. Fridays For Future is an international movement that began in August 2018 to protest against the lack of action on the climate crisis after Greta Thunberg, a 15 year old student sat in front of the Swedish parliament every school day for three weeks. (Photo by Satish Bate/Hindustan Times via Getty Images)

El informe publicado hoy por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), sobre cambio climático: impactos, adaptación y vulnerabilidad, contiene pruebas inequívocas de que la falta de medidas por parte de los gobiernos para reducir rápidamente las emisiones está permitiendo que sucedan cambios irreversibles en las condiciones que sostienen a la humanidad, la naturaleza y los ecosistemas. Más que nunca queda de manifiesto que esta inacción causa violaciones de derechos humanos.

En su informe, el IPCC incluye las pruebas más detalladas de que dispone hasta la fecha de cómo la marginación y la discriminación agravan los daños asociados al clima y reconoce expresamente los efectos diferenciados del cambio climático que se derivan de los patrones de desigualdad históricos y actuales, como el colonialismo, especialmente para muchos pueblos indígenas y comunidades locales. El informe muestra que, de 2010 a 2020, las muertes causadas por inundaciones, sequías y tormentas eran 15 superiores en las regiones de mayor vulnerabilidad climática respecto a las de menor vulnerabilidad climática.

Todos los gobiernos han leído y aprobado el resumen ejecutivo del informe del IPCC. No tienen excusa. Conocen perfectamente las pérdidas que ya está sufriendo la humanidad y las amenazas que se ciernen sobre ella si no cambian de rumbo. Deben adoptar con urgencia, y en consulta con los grupos afectados, los cambios jurídicos y de política necesarios para eliminar rápida y progresivamente los combustibles fósiles y llevar a cabo una transformación rápida y justa del uso de la energía de forma que corrija la discriminación, la opresión y la desigualdad y asimismo proteja y promueva los derechos de las personas trabajadoras, las comunidades que dependen de una economía basada en combustibles fósiles, los pueblos indígenas y otras personas cuyos derechos humanos corren peligro. Los Estados ricos deben incrementar considerablemente su contribución a la financiación climática internacional, entre otras cosas aportando recursos significativos para cubrir los daños y pérdidas sufridos por la población afectada. Cada día que los Estados posponen o evitan tomar medidas o, lo que es peor, dan pasos hacia atrás, están tomando a sabiendas la decisión de negar los derechos humanos a la gente.

Como dijo el secretario general de la ONU en la presentación del informe, sus conclusiones son indignantes pero debemos transformar esa indignación en acción. Ante estos puntos de inflexión climáticos necesitamos puntos de inflexión en la movilización. En todo el mundo la gente debe poder reclamar sus derechos. La movilización masiva es fundamental para retirar a los Estados el permiso de jugar con el futuro de la humanidad.

Con respecto a la evaluación realizada por el IPCC en 2014, el informe muestra una aceleración de los graves efectos del cambio climático inducido por el ser humano, que ya está causando graves daños y pérdidas de vidas, medios de vida y biodiversidad. Tales trastornos relacionados con el clima menoscaban gravemente el disfrute de los derechos humanos. Por ejemplo, el derecho a la alimentación se ha visto perjudicado por la ralentización del crecimiento de la productividad agrícola en todo el mundo causada por el cambio climático. El derecho al agua está gravemente comprometido, ya que la mitad de la población mundial sufre en la actualidad una grave carestía de agua durante al menos una parte del año debido a factores climáticos y no climáticos. También los derechos a la vida y la salud resultan afectados: por ejemplo, cada vez más personas mueren o padecen debido a olas de calor extremas o por enfermedades que se propagan por los alimentos o por el agua en relación con el clima.

El informe subraya lo que vienen reclamando desde hace años quienes están en primera línea del cambio climático. La población marginada, discriminada y excluida de la toma de decisiones es la que más está sufriendo y la que sufrirá los graves efectos que aún estar por venir. Las consecuencias del cambio climático no se sienten de igual modo en todo el mundo: los “focos de gran vulnerabilidad humana” se encuentran concretamente en África Occidental, Central y Oriental, en Asia Meridional, en América Central y América del Sur, en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo y en el Ártico. Los trastornos causados por las olas de calor en áreas urbanas se concentran en la población económica y socialmente marginada, como quienes viven en asentamientos informales.

Mirando al futuro, el informe incluye unas previsiones terroríficas si el mundo no cambia de rumbo: extinción de especies, destrucción de ecosistemas completos y grandes extensiones del mundo prácticamente inhabitables, ya sea porque no son aptas para cultivar alimentos o porque el fuerte calor y la humedad impiden el enfriamiento del cuerpo humano.

Por ejemplo, un aumento de la temperatura superior a 1,5°C conlleva el peligro de pérdida simultánea de las cosechas de maíz en las principales regiones productoras de alimentos. Subirá el precio de los alimentos, menguarán los ingresos familiares y cundirá la desnutrición a menos que haya una adaptación significativa, sobre todo en las regiones tropicales. Para el 2050, más de 250.000 personas morirán cada año —más de la mitad en África— debido al calor, la desnutrición, la malaria y las enfermedades diarreicas por culpa del cambio climático.

Con un calentamiento de 1,5°C, entre el 9% y el 18% de la población mundial se vería periódicamente expuesta a episodios de calor extremo al menos una vez cada cinco años y, con un calentamiento de 2°C, el índice de exposición llegaría a triplicarse. Si el aumento de la temperatura alcanzara unos 2°C, el número de días-persona de exposición al calor extremo se multiplicaría de manera exponencial, pasando de 15 a 170 millones. India y África Subsahariana estarían entre las regiones más afectadas.

La previsión a medio plazo es que alrededor de mil millones de personas residentes en ciudades y asentamientos a baja altitud, incluidos los pequeños Estados insulares, correrán riesgos climáticos específicos de las zonas costeras. La subida del nivel del mar representa una amenaza para la existencia algunos pequeños Estados insulares y costas bajas.

Dado que ya se observan efectos asociados al clima y que estos empeorarán con el calentamiento global, el informe muestra a los gobiernos que es imperativo adoptar medidas adecuadas para ayudar a las poblaciones a adaptarse a estos cambios. Hasta ahora los gobiernos no han destinado recursos suficientes a esa adaptación, que incluirían ayuda de los países ricos al desarrollo internacional. Pero esto tiene que cambiar, ya que unas medidas de adaptación efectivas pueden reducir significativamente los negativos efectos del cambio climático en los derechos humanos, como ilustran las conclusiones del informe.

El informe pone de relieve que las medidas de adaptación que no tienen en cuenta los resultados negativos para diversos grupos pueden dar lugar a una adaptación deficiente, mayor exposición a riesgos, mayor marginación de ciertos grupos y aumento de las desigualdades. El informe propone que, en su lugar, las medidas de adaptación se conciban como “soluciones multisectoriales que aborden las desigualdades sociales”, como las que integran la adaptación climática en los programas de protección social y los enfoques de conservación y restauración de bosques que respetan plenamente los derechos de los pueblos indígenas y otras comunidades locales. Asimismo insta a adoptar iniciativas de planificación inclusiva basadas en valores culturales, conocimientos indígenas y sabiduría local.

El informe deja claro que las medidas de adaptación al clima, aun siendo fundamentales, no son suficientes en modo alguno. No todos los daños y pérdidas pueden evitarse, ni siquiera con una adaptación eficaz, sobre todo en el caso de personas con ingresos bajos y población marginada. Además, el informe explica que la capacidad de la gente y los ecosistemas para adaptarse al cambio climático es limitada y que la adaptación humana ya ha alcanzado algunos límites o se acerca peligrosamente a ellos. Limitar en lo posible el calentamiento global y evitar que el aumento de la temperatura global llegue a 1,5°C sigue siendo el imperativo máximo. Hay muy poco margen para maniobrar. Si el calentamiento global supera los 1,5°C, aunque sea temporalmente, muchos sistemas humanos y naturales habrán de enfrentarse a graves riesgos añadidos, ya que dará lugar a la liberación de más gases de efecto invernadero y tendrá algunos efectos irreversibles.

La declaración final del informe no puede ser más clara: “La evidencia científica acumulada es incontestable: el cambio climático amenaza el bienestar del ser humano y la salud planetaria. Toda demora en adoptar medidas globales preventivas y concertadas sobre adaptación y mitigación hará que se pierda una oportunidad muy fugaz de garantizar un mundo habitable y sostenible para todas las personas en el futuro”.

 

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