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El presidente Obama debe establecer una Oficina de Salud Materna para reducir el atroz índice de mortalidad materna

  • Un nuevo informe de Amnistía Internacional detalla los fallos sistémicos y las espantosas disparidades en la asistencia de salud materna, que contribuyen al elevado índice de mortalidad y al incremento de los casos que casi terminan en muerte










  • las complicaciones graves con riesgo de causar la muerte de la mujer (conocidas como “near miss”) aumentan a un ritmo alarmante: desde 1998 han aumentado un 25 por ciento; en la actualidad, casi 34.000 mujeres sufren al año este tipo de complicaciones durante el parto;
  • la discriminación cuesta vidas. Se están perdiendo oportunidades de salvar vidas de mujeres y reducir las complicaciones, en gran parte porque las mujeres –especialmente las de color, las que viven en la pobreza, las indígenas, las inmigrantes y las que apenas hablan inglés– se encuentran con barreras a la hora de acceder a la asistencia.












  • los obstáculos a la asistencia son numerosos, pese a que Estados Unidos gasta más en asistencia médica que cualquier otro país, y dedica más fondos –86.000 millones de dólares– a los costes hospitalarios relativos al embarazo y el parto que a cualquier otro tipo de asistencia hospitalaria;
  • casi 13 millones de mujeres en edad reproductiva (de 15 a 44 años), o una de cada cinco, carecen de seguro médico. Las mujeres de color constituyen algo menos de un tercio de las mujeres de Estados Unidos (32 por ciento), pero casi la mitad (51 por ciento) de todas las mujeres sin seguro;
  • una de cada cuatro mujeres no recibe asistencia prenatal adecuada, desde el primer trimestre. Esta cifra aumenta a una de cada tres para las mujeres afroamericanas e indígenas;
  • los complejos procedimientos burocráticos para inscribirse en Medicaid retrasan sustancialmente el acceso a asistencia prenatal fundamental para las mujeres embarazadas que buscan asistencia financiada por el gobierno. Hay 21 estados en los que no se presupone el derecho a la asistencia, es decir, no se permite a las mujeres embarazadas acceder temporalmente a asistencia médica mientras está pendiente su solicitud permanente a Medicaid. Las mujeres que no reciben asistencia prenatal tienen entre el triple y el cuádruple de probabilidades de morir que las mujeres que sí la reciben;

  • la escasez de profesionales de la medicina es un serio obstáculo a una asistencia oportuna y adecuada, especialmente en las zonas rurales y en las zonas deprimidas de los núcleos urbanos. En 2008, 64 millones de personas vivían en “zonas de escasez” para la asistencia primaria (que incluye la asistencia materna), pero sólo había disponibles centros de salud comunitarios financiados por el gobierno federal –una red de seguridad crítica– en el 20 por ciento de estas zonas;la ausencia –o el uso incoherente– de protocolos estandarizados a nivel nacional que aborden las causas principales de muerte puede conducir a muertes o lesiones prevenibles. Por ejemplo, las medidas que se utilizan de forma generalizada en Reino Unido para prevenir la formación de coágulos tras una cesárea, no se adoptan sistemáticamente en Estados Unidos;

  • muchas mujeres no pueden participar en las decisiones sobre su asistencia, y no reciben suficiente información sobre las señales de complicación y los riesgos de intervenciones tales como el parto inducido o la cesárea. Las cesáreas suman casi un tercio de todos los partos en Estados Unidos: el doble de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. El riesgo de muerte tras una cesárea es tres veces superior al de un parto vaginal;

  • el número de muertes de las que se informa es sustancialmente inferior a la cifra real, ya que no hay obligación federal de informar de las muertes maternas o las complicaciones, y la recopilación de datos en los estados es insuficiente;

  • no hay supervisión ni rendición de cuentas. En 29 estados y en el Distrito de Columbia no existe ningún proceso de examen de la mortalidad materna.




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