A sus 39 años de edad, Francisca Ramírez recuerda el miedo de su madre. Las líneas de preocupación que quedaron grabadas en su rostro. Los hombros caídos. Pero los recuerdos más vívidos son los de constantes amenazas de un desalojo forzoso, el tener que salir de su casa en La Fonseca, un pueblo rural en Nicaragua. El miedo a perder su hogar. Sus padres han vivido en esas tierras por varias décadas, pero aún no tenían los documentos oficiales.
"No voy a permitir que esta área sea destruida por un proyecto que sólo beneficiará a unos pocos, pero puede lesionar a un gran número de personas"
"Las mujeres son fundamentales para que nuestra sociedad funcione correctamente. Las mujeres tienen que ser respetadas y sus derechos deben ser reconocidos y protegidos, sus voces deben ser escuchadas".“No voy a permitir que esta área sea destruida por un proyecto que sólo beneficiará a unos pocos, pero puede lesionar a un gran número de personas.”
Francisca Ramírez, defensora de los derechos humanos
En 2013, el Parlamento de Nicaragua aprobó la Ley 840, que da luz verde a la construcción del “Gran Canal Interoceánico”, un enorme proyecto que partirá a su país en dos. © By Zach Klein - originally posted to Flickr> Las defensoras de derechos humanos se enfrentan a riesgos de violencia y experimentan discriminación. Particularmente en América Latina. El relator especial de la ONU sobre defensores de los derechos humanos señaló que las defensoras se encuentran entre las más amenazadas debido a la naturaleza de su trabajo y su género.
Francisca ha logrado la meta que se fijó a los ocho años, mientras cuidaba de sus ocho hermanos: ser capaz de pisar firmemente una tierra que es de ella, de la manera en que su madre nunca pudo. Ella ha asumido el negocio familiar que siempre ha amado, "me gusta la agricultura, me gusta plantar semillas, me gusta cuidar de los animales, me gusta la cría de ganado y me gusta el comercio”, dijo Francisca a Amnistía Internacional.
Francisca ha plantado las semillas de la persistencia y la fuerza en sus compañeros y compañeras campesinas. Ella es la coordinadora nacional de una coalición de líderes de comunidades que, a pesar de la intimidación persistente, se reúne con regularidad. Están unidos por la misma causa: La defensa de la tierra y la naturaleza de las que dependen para ganarse la vida. "La tierra es como una madre", dice Francisca. "Sería profundamente doloroso para ella ver los árboles talados, sus raíces arrancadas, dejando atrás el suelo herido".
"Tenemos que cuidar de ella, la tierra que nos alimenta".
"Tenemos la esperanza. Tenemos derechos humanos. Vamos a ganar esta lucha".