Si caminas entre el bullicioso tráfico de la plaza de Rabaa al Adawiya de El Cairo, nunca sabrías que el incidente más sangriento de la historia reciente de Egipto tuvo lugar aquí hace poco más de dos años, el 14 de agosto de 2013, cuando la dispersión por las fuerzas de seguridad de dos sentadas en El Cairo y de otras protestas en todo el país causaron la muerte de 1.000 personas en un solo día.
Nunca olvidaré al hombre que arriesgó su vida sorteando el fuego de los francotiradores solo para entregar una pequeña bolsa de plástico llena de medicamentos cuando se acabaron los suministros. Ni a la mujer que, totalmente cubierta por un niqab negro, estaba sentada en el suelo del hospital junto a un charco de sangre al lado de su esposo muerto de un disparo en la cabeza. El hedor a muerte invadía todo.Hisham Barakat,
“¿Dónde está mi padre?¿Dónde está la ley en este país? ¿Qué pruebas hay contra él?”
“No me siento como si estuviera viva. Él era el alma de nuestra familia y se lo llevaron".
La matanza de Rabaa del 14 de agosto fue el día más sombrío de Egipto.
Reporteros corren para ponerse a cubierto durante los enfrentamientos entre miembros de la Hermandad Musulmana que apoyan al presidente egipcio depuesto, Mohammed Morsi, y las fuerzas policiales, El Cairo, 14 de agosto de 2013, en el contexto de la operación de limpieza del campamento de Rabaa al Adawiya. AFP / Stringer
En los dos años que han pasado desde entonces, ni un solo agente de los servicios de seguridad ha rendido cuentas por los centenares de muertos y heridos de ese día. Ni el fiscal y ni el comité de investigación nacional nombrado por el gobierno para investigar las muertes han defendido la justicia; culparon a los manifestantes de la violencia y blindaron a las fuerzas de seguridad frente a cualquier crítica.
Desde julio de 2013 han sido detenidas más de 22.000 personas.
sistema de justicia penal de Egipto se ha convertido en otro instrumento de represión
“Ni siquiera nos tratan como [...] a seres humanos",
escalada de la crisis de derechos humanos en Egipto
Todos los Estados —incluidos Estados Unidos, Reino Unido y Francia— deben suspender inmediatamente las transferencias de todas las armas que puedan emplearse en la represión interna.