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Niñas y niños soldados atrapados en conflictos armados

Niño irání de 9 años juega con su pistola de juguete en una acto conmemorativo de la guerra entre Irán e Irak (1980-1988). © Morteza Nikoubazl/Sipa

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¿Por qué se utilizan a niños y a niñas para la guerra?

Por Equipo de Infancia de Amnistía Internacional España,

Cuando oímos la palabra “guerra” rápidamente se nos viene a la mente términos como violencia, armas, ataques, soldados, bombardeos, etc. Sin embargo, muy pocas veces lo llegamos a asociar con niños y niñas soldados siendo ésta una práctica muy habitual que ocurre debido a la dinámica cambiante de los conflictos y a la intensificación de estos, pese a estar condenada por el derecho internacional como una de las grandes violaciones a los derechos de la infancia, especialmente en tiempos de guerra.

Por eso, hoy 12 de febrero, Día Internacional contra el uso de Niños/as Soldado, ponemos el foco en los más de 300.000 niños y niñas que son reclutados para participar en conflictos bélicos y a todos los retos a los que se tienen que enfrentar.

A lo largo de estas últimas tres décadas, el número de niños y niñas que están en riesgo de ser reclutados o utilizados como soldado se ha triplicado; pues a diferencia de un adulto, los niños y las niñas son más fáciles de manipular por su docilidad y obediencia, ya que no cuestionan tanto las órdenes y además carecen de recursos necesarios para salir de esa situación.

Menor yazidí reclutado por ISIS. La tragedia de los niños y niñas soldado

Este menor yazidí de 11 años muestra una foto suya vestido como militante de ISIS cuando fue secuestrado por ellos. © Alfred Photos/Sipa

La edad a la que suelen ser reclutados, sobre todo a los chicos, es a partir de los 8 años, se los llevan a los campamentos donde les someten a un duro entrenamiento militar y se les evalúa para decidir en qué actividad pueden ser más útiles para el grupo armado. Es muy difícil que vuelvan a ver a sus familias, de hecho, lo más normal es que les obliguen a matar a algún miembro de su familia o amigo para que rompan todo vínculo afectivo.

El proceso más común es el reclutamiento forzado, siendo los secuestros –ya sea en la calle o al salir de sus casas, colegios o campos de refugiados– la práctica más frecuente seguida de la coacción impuesta a su familia de tener que entregar a los hijos a cambio de no matar a uno de los miembros. Sin embargo, también está la participación “voluntaria”. En varios conflictos armados es común que los niños y niñas se vean empujados a unirse a una fuerza o grupo armado porque les ofrecen una alternativa para vivir. Entre las principales causas podemos encontrar el miedo e inseguridad, la falta de opciones educativas y laborales, la falta de acceso a necesidades básicas, pobreza, venganza, presión ejercida por parte del entorno o bien por la misma duración del conflicto y la normalización de la violencia, pues muchos de estos niños y niñas han crecido con ella y no conocen otra forma de vida.

“Cuando se mira profundamente, en los ojos de los niños y niñas soldados se ve un vacío infinito, el que posiblemente deja el haber descendido al centro del horror. No importa los años que hayan pasado desde que el menor salió del conflicto, la mirada sigue siendo la misma”

Chema Caballero

Actualmente, se desconoce el número exacto de niños y niñas reclutados, pero según Naciones Unidas, entre el año 2005 y 2020, hubo más de 93.000 niños que habían sido reclutados y utilizados por las partes en conflicto. En el año 2020, verificó 8.600 casos de reclutamiento lo que supuso un aumento del 10% con respecto al año 2019. En el año 2021 se registró un 70% de niños afectados por violaciones graves contra la infancia en conflicto, mientras que el número de niñas que fueron muertas, mutiladas o sometidas a secuestro y violencia sexual aumentó un 90%. Ese mismo año, el Secretario General publicó un informe en el que recogía casos de reclutamiento infantil en 15 conflictos. De todos los países dónde la cantidad de niños y niñas están más expuestos a ser reclutados, aparece Oriente Medio (Afganistán, Siria, Yemen e Irak) con la mayor proporción, un 33%. Y con la segunda proporción más alta de población infantil que vive en zonas de conflicto es África (Libia, Nigeria, Camerún, Somalia, Malí, Níger, Chad, República Democrática del Congo y Burkina Faso), con un máximo histórico en 2020 del 19% frente al 14% registrado en el año 2019.

Las niñas soldado

Cuando hablamos de niños soldado, también tenemos que hablar de ellas, pues las chicas pueden formar parte de grupos armados. Las niñas (que son de igual de vulnerables al reclutamiento forzoso como los niños) llevan un arma igual que ellos e infunden el mismo miedo. De hecho, en la primera etapa de reclutamiento, tanto los niños como las niñas son utilizados para ir a buscar leña, buscar agua, lavar la ropa de los combatientes y hacer tareas domésticas en general.

Sin embargo, las niñas y chicas jóvenes corren el riesgo de sufrir más violaciones graves en los conflictos armados. Pues aparte de ser reclutadas como portadoras de armas, también son reclutadas como esclavas sexuales, para matrimonios forzados o dadas como trofeos u objetos entre los combatientes. La violencia sexual se utiliza como táctica para deshumanizar a los niños y niñas, y según datos de la ONU, estos indican que está más extendida entre las chicas. De entre todos los menores de edad que son reclutados como soldados, un 85% son niños frente al 15% que son niñas; mientras que el 98% de los actos de violencia sexual se cometieron sobre ellas.

“Un hombre de Boko Haram me vio e informó al emir que quería casarse conmigo, así que me 'casaron' con él. No era feliz porque sentía que no tenía edad suficiente para casarme”

Una niña de 15 años de la ciudad de Michika, en el estado de Adamawa, que fue secuestrada, mantenida en cautiverio por Boko Haram durante más de cuatro años y “casada” por la fuerza antes de escapar.

Esta violencia ejercida sobre las niñas hace que una vez estén libres lleguen a sufrir un doble estigma por haber sido niñas soldado y sobrevivientes. Por un lado, está el rechazo de su familia al haber mantenido relaciones sexuales, aunque hayan sido forzadas, e incluso tenido hijos, fuera del matrimonio, de ahí que la gran mayoría opte por quedarse como esposas de los combatientes. Y por otro, se encuentran con graves problemas físicos y psicológicos relacionados con el abuso sexual, el embarazo o la desatención en el parto y tienen secuelas como fístulas, enfermedades venéreas, sida, embarazos no deseados, incontinencia urinaria e infertilidad entre otras consecuencias.

Desmovilización y recuperación

El camino a su recuperación no es fácil, ya que los daños producidos en los niños y en las niñas que han sido utilizados como soldados en los conflictos armados son devastadores, pues no sólo son están los daños físicos (heridas, lesiones crónicas, mutilaciones, desnutrición, síndrome de abstinencia o enfermedades de transmisión sexual), sino también están los psicológicos propios de vivir una guerra y de haberse visto obligados a matar, así como presenciar torturas y asesinatos. También están los daños sociológicos y emocionales, los cuales estos últimos pueden ser de muy larga duración pues su salud mental se ve afectada de diferentes modos y con distintas intensidades y pueden llegar a sufrir pesadillas o terrores nocturnos, ideas de suicidio, traumas, ansiedad, depresión, trastornos de conducta, agresividad, sentimiento de pérdida, soledad o desarraigo.

Unos niños juegan con pistolas de juguete. Otros son reclutados como niños soldados en conflictos armados y portan armas reales

Unos niños iraníes juegan con pistolas de juguete en una acto conmemorativo de la guerra entre Irán e Irak (1980-1988). © Morteza Nikoubazl/Sipa

Durante los últimos años los diferentes organismos que trabajan por los derechos de la infancia han llevado a cabo esfuerzos importantes para poner en marcha programas que ayuden a liberar a los niños reclutados por parte de fuerzas y grupos armados, así como para evitar que se sigan reclutando a más niños y niñas. La mayoría de estos programas de reintegración están enfocados en la prevención -al abordar los principales impulsores del reclutamiento- y en fortalecer un entorno protector alrededor de los niños y de las niñas. Pero también existen numerosas organizaciones especializadas en la reintegración que ofrecen programas especiales de educación para que reciban una formación adecuada, como es el caso de UNICEF que posee centros donde permanecen los niños liberados y en donde aprenden diferentes habilidades hasta que finalmente se reúnen con sus familias o son trasladados a hogares de acogida.

Sin embargo, son los Estados quienes tienen la máxima obligación de respetar y cumplir con los diferentes tratados internacionales, muy especialmente con la Convención sobre los derechos del niño (1989), Estatuto de Roma de la Corte Internacional (1999) y el Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados (2000).

Mención especial son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por las Naciones Unidas en 2015, en cuya meta número 8.7 alienta a la comunidad internacional a “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados y, a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.

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