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Jennifer Trosper, Mars Science Laboratory.

Jennifer Trosper, Mars Science Laboratory. © AP Photo/Damian Dovarganes

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Pilar López Sancho (CSIC): “Hay que acercar a las niñas al mundo científico”

Por Vega Alonso del Val (@VegaAlonsoV), colaboradora de Amnistía Internacional,

Física y defensora de los derechos de las mujeres científicas, Pilar López Sancho es profesora de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Hasta el año pasado estuvo al frente de la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC. Además, de 2002 a 2018, presidió el grupo ‘Mujeres en Física’ de la Real Sociedad Española de Física y forma parte de AMIT (Asociación de Mujeres investigadoras & tecnólogas), organización de la que también fue presidenta. 

Hablamos con ella sobre las desigualdades de género en este campo coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra hoy, 11 de febrero. Con su legado y el de todas las científicas las niñas podrán crecer con referentes que les motiven, y la sociedad se dará cuenta de que la ciencia es también cosa de mujeres.

Pilar López Sancho, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Pilar López Sancho, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. © Particular

Crecemos sin apenas referencias a mujeres científicas. ¿Qué consecuencias tiene esto?

Los logros de las mujeres científicas no se han conocido hasta el último cuarto del siglo pasado. También hay que tener en cuenta que las mujeres empezaron entrar en la universidad a finales del siglo XIX. En España, en 1910. Es decir, que habían estado marginadas de los centros del saber. Hoy en día se sigue sin dar la misma importancia a los logros científicos de mujeres que de hombres; y, en los libros de texto, apenas aparecen referencias femeninas más allá de Marie Curie. Esa es la triste realidad.

¿Cómo romper los estereotipos de género en la ciencia? 

Mostrando nombres y trabajos de mujeres científicas. Por ejemplo, tenemos a Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudana, que recibieron el Premio Nobel de Química en 2020 por las tijeras genéticas que editan el ADN. Algo que cambia la vida porque con estas tijeras se pueden curar enfermedades como el cáncer. Hay que acercar a las niñas al mundo científico. Los estereotipos van creando un poso que influye en la elección de la carrera. Que las niñas elijan más medicina o bioquímica que aeronáutica o informática no es espontáneo. Hay algo que las lleva a elegir eso. Está muy relacionado con el rol de los cuidados y de ayudar.

Emmanuelle Charpentier, nobel de Química en 2020

La microbióloga francesa Emmanuelle Charpentier posa para una foto en Brunswick, Alemania. La científica francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer A. Doudna ganaron el Premio Nobel de Química en 2020. © Peter Steffen/dpa via AP

¿En qué otras referentes se pueden fijar?

En Donna Strickland, que ganó el Premio Nobel de Física de 2018 por su método de generar pulsos ópticos de alta intensidad y que son fundamentales para la cirugía ocular. También Frances Arnold que ha conseguido dirigir la evolución de las enzimas. Eunice Newton fue la primera científica que experimentó con el sol y cómo se calentaban los distintos gases. Sin embargo, cuatro años después lo publicó Tyndall sin citar a Eunice y a esto se conoce como ‘efecto Tyndall’. Una se pregunta por qué no se explica esto en los colegios.

Tenemos también a Lise Meitner, que descubrió la fisión nuclear,pero el Nobel de Química se lo dieron solo a su compañero Otto Hahn. La astrónoma que se dio cuenta de que la relación entre el brillo y el periodo de las estrellas variables podía medir las distancias en el universo fue Henrietta Leavitt. Una fórmula que ha usado Hubble y los telescopios llevan su nombre y no el de Leavitt.

Estos últimos son ejemplos de mujeres que han tenido logros importantes y que no han sido reconocidas. Ha sido una invisibilidad total de los logros de las mujeres. Lo malo de la invisibilidad es que siempre empiezas de nuevo. Cuando hay alguien que ha abierto camino es más fácil seguir esa senda, pero si hay que reabrirlo cada vez se tarda mucho más. Otro dato: solo el 6% de los Premios Nobel son mujeres.

¿Por qué esta invisibilidad o menosprecio del talento de las mujeres científicas?

Por los estereotipos. Está comprobado por muchos estudios el sesgo a la hora de evaluar los currículums y méritos científicos. Un estudio de la Universidad de Yale demuestra cómo un mismo currículum con el nombre John y Jennifer tenía una valoración totalmente distinta. Los comentarios que se hacen en un tribunal nunca son los mismos. Que alguien pregunte “¿esta mujer sin su jefe lo hubiese hecho?” es algo muy sutil, pero hace que ese currículum valga menos. Nunca se dice al revés. Por ello, el 11F sigue siendo necesario, porque sigue habiendo discriminación hacia las mujeres.

Donna Strickland, nobel de Física en 2018

La ganadora del Premio Nobel, Donna Strickland, muestra a los medios su laboratorio después de hablar sobre su prestigioso premio en Waterloo, Ontario, el martes 2 de octubre de 2018. Strickland, de la Universidad de Waterloo en Canadá, se convirtió en la tercera mujer en ganar el Nobel de Física, y la primera en 55 años. © Nathan Denette/The Canadian Press vía AP

Crecemos con la frase: “la ciencia no es cosa de niñas”

Es verdad que es un mundo de hombres. El último informe de la OCDE señala que las mujeres matriculadas en informática y algunas ingenierías no llega al 15% y en física está por debajo del 30%.En medicina el porcentaje de estudiantes es del 70%, pero luego no se refleja en las cátedras, ni en jefas de departamentos ni siquiera en los hospitales. Sigue habiendo una brecha, la famosa tijera, que se da en la universidad española. A nivel europeo, hay un 42% de media de mujeres científicas trabajando en la universidad, pero solo un 24% como catedráticas, en el sector empresarial un 31% y en innovación y patentes un 11%. 

¿Persiste el techo de cristal en el ámbito laboral de la ciencia? 

Después de más 20 años trabajando en las instituciones, con una Ley de Igualdad, con una serie de normas importantes como la de presencia equilibrada de hombres y mujeres y tribunales, etc. todavía tenemos un techo de cristal. El índice de techo de cristal europeo es de 1,50. Lo ideal sería de 1. En España es del 1,70.

Con estos datos, ¿qué supone para la sociedad esta masculinidad de la ciencia?

La realidad es que la ciencia que conocemos está hecha por hombres blancos. Desde 2013 hay un proyecto muy importante del Parlamento Europeo, en colaboración con la Universidad de Stanford: ‘Innovaciones con género’. Pone de manifiesto que hay pocas mujeres y que la ciencia ha tomado como único modelo al hombre. No puedes generalizar resultados si solo lo has hecho con hombres. La ciencia que no explica todas las variables no es buena ciencia. Desde hace unos años la UE en sus proyectos pregunta si se tiene en cuenta el análisis de género.

¿Por qué es importante una visión de género en la ciencia?

Hay que tenerlo en cuenta en muchos campos porque cambia completamente. Por ejemplo, en medicina ha habido fallos garrafales en diagnosticar infartos con los síntomas masculinos como el dolor de brazo cuando a las mujeres nos duele el estómago. Las mandaban a casa con un omeprazol, lo que aumentó la tasa de mortalidad de las mujeres por infarto. Tampoco el diseño de los cinturones de los coches estaba preparado para las mujeres embarazadas, y no se tuvo en cuenta que las mujeres son las que más usan los autobuses con carritos de bebés o de compra y no estaban pensados para ello. Desde el punto de vista de la excelencia, una ciencia con enfoque de género va a ser una ciencia más rigurosa, más efectiva, que da todos los datos y va a ser más inclusiva y sostenible.

Frances Arnold, evolución de las enzimas

La galardonada con el Nobel de Química 2018, Frances H. Arnold, posa durante la tradicional ceremonia de firma de la silla en el Museo Nobel de Estocolmo, Suecia, el jueves 6 de diciembre de 2018. © Claudio Brescian/TT vía AP

¿Cómo lograrlo?

Diagnosticar lo que está pasando y demostrar que hay brechas en el sistema académico y científico es importante. Hasta hace poco en ciencia no se hablaba de esto. Nos creíamos lo del mérito. Fue un boom cuando un informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts en 1999 admitía que había discriminación en el claustro científico hacia las mujeres: las pagaban menos, tenían menos espacios y menos estudiantes. Aunque sea lento, mostrar esta realidad sí ayuda a cambiar la percepción que tienen los investigadores porque muchas veces piensan que no va con ellos, que todo va por méritos y que la que vale llega, pero no es así. 

¿Llegará la igualdad a la ciencia?

Los últimos informes del Foro Económico Mundial señalan que se ha alargado de unos 90 años a más de 100 el tiempo para cerrar la brecha salarial y de género. Pero yo soy optimista y confío en las nuevas generaciones. Hay pasos positivos como el uso del lenguaje no sexista. Ha sido difícil que la gente entienda que si estás diciendo director es solo un hombre. Cambiar a dirección y de gerente a gerencia ha costado. Otro avance son las comisiones y planes de igualdad, también que las mujeres se presentan más a premios. Son cosas que han ido cambiando y que son buenas para la ciencia. 

¿Qué mensaje das a las niñas y jóvenes?

Creo que es fundamental que entren mujeres en la ciencia, que aporten su visión, sus preguntas y que den solución a los problemas. Las mujeres que nos dedicamos a la ciencia y el trabajo que hacemos es para mejorar la ciencia. La visión de las mujeres va a ampliar los horizontes de la ciencia y en eso va a entrar la transparencia, la eficiencia y la inclusión. Por eso, las niñas tienen que ver que en la ciencia ellas tienen un papel importante y que lo pueden hacer.  Es importante educar en igualdad en las escuelas y explicar esto a niños y niñas. Ya se está haciendo en muchos colegios con exposiciones, charlas, cómics, etc. Y es que hay muchos logros de mujeres científicas.

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