Empresas de todo el mundo siguen obteniendo beneficios de la venta de espantoso material de tortura, como porras con púas, cinturones paralizantes y grilletes. Amnistía Internacional pide a los dirigentes mundiales que se unan a la Alianza Global por un Comercio sin Tortura, un histórico acuerdo presentado en 2017.
“Hace décadas que la tortura y otros malos tratos se prohibieron internacionalmente. Entonces, ¿por qué sigue comercializándose en todo el mundo un material concebido únicamente para infligir dolor y miedo? La laxitud en la normativa supone que las empresas pueden seguir sacando beneficios de la venta de instrumentos terribles, como las porras con púas y las esposas aturdidoras. Es muy sencillo: Mientras este material esté en el mercado, los torturadores lo seguirán utilizando”,“Es muy sencillo: Mientras este material esté en el mercado, los torturadores lo seguirán utilizando.”Ara Marcen Naval, asesora de promoción para Control de Armas, Comercio de Seguridad y Derechos Humanos de AI
“La creación de la Alianza Global fue un gran logro para los y las activistas contra la tortura, y pedimos que esta semana se unan más Estados. No basta con prohibir la tortura y otros malos tratos y al mismo tiempo hacer la vista gorda ante los instrumentos que se emplean para infligirlos. Los Estados deben unirse para concluir la tarea y detener para siempre este siniestro comercio”.
“Jamás deben suministrarse armas y dispositivos para la aplicación de la ley si cabe la posibilidad de que se utilicen para infligir tortura u otros malos tratos o cometer otras violaciones graves de derechos humanos”“Instamos a la Alianza Global y sus Estados miembros a que se comprometan a regular el material que podría utilizarse para torturar o maltratar, estableciendo de inmediato normas internacionales que dificulten a las empresas la exportación de tales instrumentos”.“Jamás deben suministrarse armas y dispositivos para la aplicación de la ley si cabe la posibilidad de que se utilicen para infligir tortura u otros malos tratos.”
Ara Marcen, Amnistía Internacional