Cristel*, de 25 años, pensó que había llegado al punto más bajo de su vida cuando despertó una mañana de abril de 2017, tendida en el suelo de un cuarto helado de dos metros cuadrados, con ropa que apestaba por la falta de lavado, con el estómago revuelto debido a una dieta que consistía en tres burritos al día y con los ojos doloridos, desesperada por volver a ver la luz natural y respirar aire puro, sin la posibilidad de hablar con nadie y sin saber qué le deparaba el futuro.
“Pensó que había llegado al final; que, tras cinco años viajando, no quedaban opciones para ella, que no había otro lugar adonde escapar. No podía soportar la idea de verse obligada a regresar a El Salvador, a la vida que tanto temía.”Josefina Salomón, Amnistía Internacional
¿Qué va a pasar conmigo?
La vida en la capital del asesinato
Cristel. © Sergio Ortiz/Amnistía Internacional
“Un minuto está tranquilo y luego matan a gente en tu cara. Así funciona”,
“¿Cómo se supone que voy a pagar tanto dinero?”“He visto a personas siendo asesinadas en frente mío cuando no pagaron la extorsión. No podemos ni denunciar a la policía porque están trabajando con las maras. Vivir en El Salvador es una tortura”.vivir como mujer trans en El Salvador no fue fácil.“He visto a personas siendo asesinadas en frente mío cuando no pagaron la extorsión. No podemos ni denunciar a la policía porque están trabajando con las maras. Vivir en El Salvador es una tortura.”
Cristel, mujer trans
“Me dijo que si no me iba del lugar [...], me iba a matar. Sólo me dio chance para agarrar dos mudadas y empezar un viaje a lo desconocido. Me tuve que ir sólo por el hecho de ser transexual”Cristel, mujer trans
Los peligros de la huida
Cristel. © Josefina Salomon
Ningún lugar es seguro
“Eres la próxima”“Sabes muy bien que te has ganado dos balas por no pagarnos”Un viaje sin fin
Cristel. © Sergio Ortiz/Amnistía Internacional
“Me dieron la visa humanitaria”“Tengo que irme ya”,"Tengo que irme ya. Vi a uno de los chicos de la mara que me estaba amenazando en El Salvador. No puedo quedarme aquí”.“Si pensabas que no te encontraríamos, estabas equivocada. Sé que viniste porque no nos pagaste. Te dimos muchas oportunidades, pero parece que no entiendes”Volver al principio
Cristel dibuja la celda en la que estuvo detenida en Estados Unidos. © Josefina Salomón/Amnistía Internacional
Pensé que en Estados Unidos respetaban a las mujeres trans. Veía cómo vivían amigas mías allá, antes que lo eligieran a Trump, pero ahora sé que no es así. Me trataron como un parásito, como a una criminal”“Estoy agotada de tener que pagar para vivir. Quiero vivir, pero no hay lugar adonde ir. Trabajo y vivo para pagar la extorsión.”Cristel, mujer trans
““No quiero ser ilegal. Sólo quiero vivir y estar segura”, suplica Cristel.“Pero me van a matar”, dice una y otra vez, sollozando como si estuviera en su propio funeral.”
Josefina Salomon, Amnistía Internacional