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Las series en tiempos del coronavirus, o cómo sobrevivir a tu mente

Por, Ana Gómez Pérez-Nievas (@paisdejarl), responsable de Medios en Amnistía Internacional,

Seguramente estás perdiendo un poco el juicio. O a punto de perderlo. En mi caso, siento que estoy en el medio de ambas afirmaciones. Cada hora me pregunto: ¿Es ahora el apocalipsis? ¿Ha sido ya y estaba en la ventana aplaudiendo o en la esterilla haciendo ejercicios? El confinamiento es algo duro para todo el mundo, especialmente si tienes gente cercana que puede correr más riesgos.

Además, los medios nos abruman: las informaciones son importantes, pero pueden generar ansiedad. Hay gente que va a escribir novelas, a leerse la enciclopedia británica, a ser campeón/a de ajedrez online...

Si tu cabeza no está para esas, haz lo que la mayoría hace en tiempos de crisis: ve series. No digo que no te levantes del sofá, ni que no combines esa actividad con otras. Digo que no tienes que ganar el Pulitzer, pero sí sobrevivir al amor prisionero o a la soledad, a los pisos pequeños y a la posible locurita transicionando por tus neuronas. Hay que sobrevivir al encierro y, si puedes hacerlo viendo series que te hagan reflexionar, aunque sea de fondo sobre los derechos humanos, mejor que mejor.

Hay que sobrevivir al encierro y, si puedes hacerlo viendo series que te hagan reflexionar, aunque sea de fondo sobre los derechos humanos, mejor que mejor.

Ana Gómez Pérez-Nievas, Amnistía Internacional


Acabada “Juego de Tronos”, que tocaba todos los palos (tortura, matrimonio forzado, violencia sexual y otras formas de violencia contra las mujeres, ejecuciones extrajudiciales e incluso vigilancia) de derechos humanos que, desgraciadamente, se dan en la vida real, ¿qué podemos recomendar desde Amnistía Internacional?

The man on the high castle

Quizá lo más cercano, si has dejado de ver “Homeland” porque la tercera temporada (después de dos magistrales) te ha dispersado, sea “The man on the high castle”. Esta distopía, (o ucronía —reconstrucciones de la historia sobre datos hipotéticos—) que narra cómo sería la vida si los nazis hubieran ganado la guerra mundial y Japón y Alemania se hubieran dividido el mundo, también hace referencias a la tortura, las ejecuciones masivas, la discriminación y las personas refugiadas. Vale que los protagonistas son poco increíbles en varios momentos, pero el juego entre los buenos y los malos, o más bien, entre los menos malos, resulta interesante, sobre todo un jefe nazi que vive su propio tormento familiar (spoiler alert: por culpa de la eugenesia nazi), y un ministro nipón de comercio que conspira para que no se produzca un desastre nuclear mientras consulta su oráculo arrojando sobre la mesa unos palitos (supuestamente del I Ching o “libro de los cambios”) que le dan pistas sobre los pasos a seguir.

Killing Eve y Fleabag

También, para distraerte después de un telediario especialmente fatídico, puedes empezar con “Killing Eve”. No me voy a excusar: no hay en ella un trasfondo claro de derechos humanos. Pero su guión original y sus extraños personajes hacen recomendable esta serie 100%. Y si necesitas una excusa activista: su actriz principal, Sandra Oh, fue la primera mujer de origen asiático en presentar una gala de los Globos de Oro y la segunda en conseguir una estatuilla en ella como actriz principal. En un momento en que tenemos que combatir fuertemente el racismo puede ser un buen homenaje.

Además, si no has superado que la feminista y arrolladora serie de “Fleabag” se terminara, su creadora, Phoebe Waller-Bridge es también la creadora de “Killing Eve”, ya que fue la encargada de escribir la mayor parte de los episodios de la primera temporada. Cada temporada de esta serie está capitaneada por una mujer. Y se nota. De todas formas, si no has visto todavía “Fleabag” no sé qué estás haciendo durante este confinamiento: feminista, irreverente, dura y sin miedo a hablar (a cámara, mirándote fijamente) sobre temas que a las mujeres nos tienen censurados en muchos contextos; así es su prota.

L: Generación Q

Y hablando de discursos feministas y empoderamientos: qué grandes las lecciones de respeto, sororidad y lucha contra la discriminación nos dan las protagonistas de “The L World”, que ha vuelto diez años después con una secuela, "L: Generación Q", para contarnos la historia de cómo una de sus protagonistas, Bette Porter, aspira a ser la primera alcaldesa lesbiana de Los Ángeles. Los personajes han madurado y algunos diálogos son tan bonitos y libres de prejuicios que realmente quieres que Bette Porter gane las elecciones en la vida real.

¿Verdad futurible o ficción premonitoria?

Westworld

El universo paralelo creado en “Westworld”, donde los derechos humanos brillan por su ausencia, también plantea serios dilemas y debates filosóficos sobre derechos humanos. ¿Qué harías si pudieras hacer lo que quisieras sin que tuviera repercusiones o consecuencias? ¿Colocarías tus derechos por encima de los de tus contemporáneos? ¿Saltarías por encima de los derechos de los otros? En Amnistía Internacional seguiríamos luchando para que todas las personas tuvieran acceso, sin discriminación, a todos sus derechos (guiño guiño codazo codazo). Si no eres de esos ten cuidado porque —spoiler alert otra vez— los robots se rebelan.

¿Qué harías si pudieras hacer lo que quisieras sin que tuviera repercusiones o consecuencias? ¿Colocarías tus derechos por encima de los de tus contemporáneos? ¿Saltarías por encima de los derechos de los otros?

Ana Gómez Pérez-Nievas, Amnistía Internacional

The Leftovers

Y cuidado porque las series nos acechan. En la vida real, digo. Si algunos discursos misóginos nos han hecho creer que, desgraciadamente, el “Cuento de la Criada” no era tan imposible como creíamos, “The Leftovers” se inventa un punto de partida que ahora mismo, en medio de esta pandemia, nos parece dolorosamente factible: desaparece el 2% de la población de repente.

En Amnistía Internacional sabemos muy bien lo duras que son las desapariciones forzadas para los familiares de quienes desaparecen: la falta de respuestas deja a familias enteras desoladas. Y esta serie, donde las respuestas son difíciles de encontrar, las sectas de fumadores obstinados y mudos parecen a veces la única solución y la sensación de que el fin del mundo está cerca se convierte en una constante. Entre el miedo, la rabia, el desconcierto y la tristeza anda el juego, ¿te suena?

This is us

Y lo siento, pero acabo con otro drama cotidiano. Porque aunque no lo parezca, también los temas cotidianos tienen que ver con los derechos humanos: discriminación racial o de género, familias no normativas o los conflictos armados que provocan traumas en los personajes son el telón de fondo de “This is us”. Una serie que entremezcla drama y comedia, pero que, sobre todo, desprende una esperanza más necesaria que nunca y nos recuerda que formamos parte de una única humanidad.

Nada se sale de lo ordinario en esta serie (quizá una excesiva atracción/coincidencia por los traumas de sus protagonistas) y, por lo tanto, tampoco se ceba con sus personajes: es tan fiel a lo bueno como a lo malo de cada uno de ellos. OK, la revista Vulture ha hecho hasta un ranking de quién es el más triste de ellos. Y nadie sale absolutamente bien parado. Pero huye de lo cínico para centrarse en la empatía, vuelve a lo importante frente a lo vertiginoso y recuerda que no podemos vivir sin los otros. Y eso no resulta poco importante en los tiempos que vivimos, o en los que nos predicen “BlackMirror” o “Years and Years”.

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