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Una madre llora junto al cuerpo de su hija

Banki, Nigeria- Adama Adam, de 15 años, llora junto al cuerpo de su hija Fana, de seis meses, en su casa de Banki, Nigeria. © Jane Hahn

Blog

Las niñas de Chibok en Nigeria: Víctimas de Boko Haram y del olvido estatal

Por Mireya Cidón (@mnodic), Amnistía Internacional,
En el noreste de Nigeria, el horror persiste para las niñas y mujeres jóvenes que lograron escapar del cautiverio de Boko Haram. Lejos de encontrar seguridad, estas sobrevivientes todavía tienen que hacer frente a nuevas violaciones de derechos humanos y al doloroso abandono de las autoridades.

Un reciente informe de Amnistía Internacional, titulado "Help us build our lives: Girl survivors of Boko Haram and military abuses in north-east Nigeria", revela la desgarradora realidad que viven estas mujeres y niñas, que no solo sufrieron secuestros y esclavitud sexual a manos de Boko Haram sino que también fueron víctimas de abusos y detenciones ilegales bajo custodia militar.

¿Qué es Boko Haram?

Boko Haram, fundado en 2002 por Mohammed Yusuf en el noreste de Nigeria, es un grupo terrorista islámico conocido por su brutal insurgencia contra el gobierno nigeriano y la población civil. Inicialmente centrado en la oposición a la educación occidental y la implementación de la ley sharia, Boko Haram ganó notoriedad global tras el secuestro de más de 200 niñas de una escuela en Chibok en 2014. Desde entonces, ha perpetrado numerosos atentados, secuestros y masacres, causando miles de muertes y desplazando a millones de personas.

Mapa de Nigeria

El infierno del cautiverio: secuestro y violencia sexual

El informe publicado por Amnistía Internacional se basa en 126 entrevistas realizadas entre 2019 y 2024, incluidas entrevistas presenciales en el noreste de Nigeria y a distancia con 82 sobrevivientes. Esta exhaustiva investigación revela una realidad devastadora sobre el horror que padecieron las niñas y mujeres que fueron secuestradas durante ataques de Boko Haram, encarceladas y luego casadas a la fuerza. Varias de las que no fueron obligadas a casarse en un primer momento, generalmente debido a su extrema juventud, lo fueron posteriormente. Boko Haram solía dar «esposas» a sus combatientes como táctica de reclutamiento.

HA*, secuestrada en su aldea y encarcelada con otros cinco niños, contó a Amnistía Internacional que presenció cómo Boko Haram mataba a dos niñas por negarse a casarse.

"Dos chicas no estaban de acuerdo. Eran un poco mayores que yo. [Mataron a las dos niñas que no estaban de acuerdo... todas arrodilladas, las mataron inmediatamente [con una] pistola... Con eso, cuando lo vimos, todas estuvimos de acuerdo [en acceder a casarnos]".

Las niñas utilizadas como «esposas» dependían abrumadoramente de sus «maridos» para obtener alimentos y otros artículos. No se les permitía trabajar a cambio de un salario. En cambio cuando había alimentos, sus "maridos" se los proporcionaban, incluidos artículos saqueados durante las incursiones en las aldeas.

Muchas niñas describieron el hambre extrema que padecieron durante su cautiverio, divorcio o la muerte de su «marido» por depender de él para alimentarse.

Cuando sus «maridos» morían, la mayoría de las veces en combate, las niñas solían guardar iddah, un periodo de «luto», y luego solían ser casadas a la fuerza de nuevo.

Una víctima de Boko Haram posa de espaldas

El informe de Amnistía Internacional recoge la terrible realidad del horror sufrido por las niñas y mujeres secuestradas por Boko Haram. © Amnistía Internacional

Trece niñas y mujeres jóvenes entrevistadas por Amnistía Internacional y que aparecen en el informe fueron casadas a la fuerza por Boko Haram múltiples veces: siete de ellas dos veces y seis de ellas tres veces.

En calidad de “esposas”, las niñas eran utilizadas de diversas maneras. Amnistía Internacional relata que al menos 33 de las supervivientes de matrimonio forzado confesaron que sus "esposos" las violaban regularmente. HA*, que era adolescente cuando aceptó casarse para evitar que mataran a su padre, relató que era golpeada cuando rechazaba a su “esposo” y que era violada frecuentemente por él.

"Cuando mi marido quería intimar conmigo, yo me negaba, pero entonces, él me acusaba [a otros combatientes de Boko Haram] que me azotaban. Tras azotarme me violaba y sus amigos le ayudaban. Me ataban y él me forzaba. Lo hizo todos los días durante casi un año con sus amigos. Más tarde decidió venir solo pero, si yo me volvía a negar, informaba otra vez a sus amigos y me amenazaban con matarme si no accedía a sus demandas”.

Además del encarcelamiento como castigo por negarse a contraer matrimonio, Boko Haram también encarcelaba normalmente a niñas y mujeres jóvenes por negarse a mantener relaciones sexuales o por intentar escapar, y para que los combatientes de Boko Haram pudieran seleccionar niñas para casarlas a la fuerza en estas prisiones improvisadas. Muchas de ellas sólo tenían nueve o diez años en el momento del encarcelamiento; las demás eran jóvenes adolescentes.

NM*, una adolescente prepúber cuando su «marido» empezó a someterla a violencia sexual, incluida la violación, nos contó:"[Me negué a acostarme con mi marido y me escapé] Me cogieron, me encerraron y me pegaron. (…) [El emir] me dijo que debía quedarme con mi marido y que debía dormir con él. Así que, por la noche, [mi marido] volvió y tuvimos relaciones sexuales, pero fue muy difícil porque yo no aceptaba fácilmente. La primera vez que lo hizo, empecé a sangrar. Sangré durante casi una semana... Después de una semana, mejoré, por lo que él siguió teniendo [relaciones sexuales] conmigo. Me empezó a doler debajo del estómago y tuve este dolor durante un tiempo, pero no había medicación para mí… Mi marido decidió volver a casarse porque decía que yo era una niña y que cada vez que quería tener [sexo] conmigo, yo gritaba, lloraba y decía: 'No quiero, no quiero'. Porque cada vez que él tenía [relaciones sexuales] conmigo, yo sentía un fuerte dolor en este lugar [parte inferior del abdomen]”.

De las entrevistadas, al menos 28 tuvieron hijos producto de estas violaciones, 20 de ellas siendo todavía niñas cuando dieron a luz. Al menos once sobrevivientes dieron a luz a más de un hijo como consecuencia de la violencia sexual.

La mayoría de las niñas no tuvieron acceso a servicios de salud reproductiva y materna y dieron a luz en circunstancias muy difíciles. Las mujeres mayores de Boko Haram, la mayoría sin formación médica, actuaban como comadronas.

Flyers relacionados con Boko Haram que fueron repartidos en el noreste de Nigeria

Flyers encontrados en el noreste de Nigeria relacionados con Boko Haram. © Private

Castigos y atentados suicidas con bombas

Las niñas secuestradas por Boko Haram fueron amenazadas para que cumplieran con estrictas normas, las cuales restringían severamente su libertad de movimiento. Cualquier infracción, ya fuera real o percibida, resultaba en castigos físicos y, en algunos casos, largos periodos de encarcelamiento.

Boko Haram aplicaba estos castigos de manera pública para infundir terror y mantener el control. Al menos 31 niñas entrevistadas relataron haber sido obligadas a presenciar o sufrir castigos como azotes, amputaciones y decapitaciones.

Dos entrevistadas dijeron que Boko Haram les mostró vídeos de los castigos, advirtiéndoles indirectamente de que no quebrantaran las leyes del grupo.

ED*, casada a la fuerza con un combatiente de Boko Haram y separada de su familia, contó a Amnistía Internacional que «vio cómo azotaban a tres niñas de 15, 14 y 10 años acusadas de robar. Recibieron 100, 90 y 80 latigazos cada una”.

CA* también dijo que fue testigo de cómo Boko Haram amputaba las piernas de dos niñas. Una de ellas murió a causa de las heridas y no estaba segura de si la otra sobrevivió.

GH*, ahora en sus veintitantos, pasó alrededor de diez años en cautiverio. Con frecuencia, se le obligaba a presenciar castigos brutales. Ella cuenta: “A veces sueño con los cadáveres que vi o las lapidaciones de mujeres que vi. Cuando abro los ojos, ya no puedo volver a dormirme”.

Boko Haram también utilizó a las niñas para llevar a cabo atentados suicidas con bombas a gran escala. Entre mediados de 2014 y 2019, la mayoría de estos atentados fueron perpetrados por mujeres y niñas.

La madre de una de las niñas secuestradas por Boko Haram

La madre de una de las niñas secuestradas por Boko Haram en el Colegio Científico y Técnico para Niñas del Gobierno en Dapchi, estado de Yobe, Nigeria. Los insurgentes armados de Boko Haram secuestraron a 110 niñas de la escuela el 19 de febrero de 2018. © Amnesty International Nigeria

De la detención ilegal a la indiferencia estatal

Casi medio centenar de niñas y mujeres jóvenes contaron a Amnistía Internacional historias valientes y desgarradoras de éxito a la hora de escapar de Boko Haram, arriesgando sus vidas y las vidas de sus hijos y desafiando posibles recapturas y castigos. Aunque la mayoría de las que huyeron eran mujeres jóvenes, al menos 22 eran todavía niñas cuando lo hicieron, y una de ellas había crecido en el seno de Boko Haram y no conocía otra vida.

Tras huir, vivieron viajes angustiosos de hasta 12 días, sobreviviendo con lo que encontraban por el camino.
IO* dijo a Amnistía Internacional Internacional: «No había comida ni agua. Nos perdimos y antes de llegar a Bama, mi hijo murió de hambre y sed".

Tras escapar de Boko Haram, el sufrimiento de estas niñas no terminó. Muchas fueron "rescatadas" solo para ser detenidas ilegalmente por las fuerzas armadas nigerianas o la Fuerza Especial Conjunta Civil, una milicia respaldada por el Estado. Estas detenciones arbitrarias, que duraron desde varios días hasta casi cuatro años, se justificaban por su supuesta asociación con Boko Haram. En la detención, las niñas soportaron insultos, palizas y condiciones infrahumanas equiparables a tortura u otros malos tratos. NV*, quien huyó en 2021 después de ocho años en cautiverio, describe la miseria de su detención: "Nos daban una porción de comida en la mano y sopa en un cuenco para compartir entre todas".

Mujeres secuestradas por Boko Haram que fueron entrevistadas por Amnistía Internacional

Supervivientes de Boko Haram entrevistados por Amnistía Internacional en Nigeria en 2023. © Amnesty International

El estigma y el rechazo

La reintegración a la sociedad para estas sobrevivientes es un desafío enorme. A menudo insultadas y miradas con recelo, enfrentan el estigma de ser "esposas de Boko Haram". ZC*, de 19 años, vive con su antiguo "esposo" de Boko Haram en un campo para desplazados internos y relata el constante rechazo de la comunidad de acogida. Sin el apoyo necesario, estas jóvenes luchan por reconstruir sus vidas en medio de la adversidad.

A pesar del trauma, estas niñas y mujeres muestran una notable resiliencia y deseo de superación. Muchas priorizan la libertad y la educación y aspiran a ser médicas, maestras o abogadas.

SB*, quien estuvo casi una década en cautiverio, expresa: "Quiero empezar mi vida desde cero. Necesito tantas cosas que no sé por dónde empezar". Desgraciadamente el acceso a servicios de salud mental y apoyo psicosocial es extremadamente limitado.

Mujer secuestrada por Boko Haram. Ahora libre

Mary Dauda fue secuestrada por Boko Haram. Ahora está en casa y contó a Amnistía Internacional cómo fue su cautiverio. © Amnesty International Nigeria

Amnistía Internacional pide:

Amnistía Internacional insta al gobierno nigeriano y a sus socios internacionales a proporcionar urgentemente servicios de reintegración personalizados. La organización pide que se garantice el apoyo a los medios de subsistencia, incluida la formación profesional y el capital para iniciar su propio negocio y para poder comerciar; el acceso a la educación pública, también para sus hijos e hijas de estas niñas y mujeres; el acceso a los alimentos; a tratamiento médico y a un entorno de vida seguro.

Samira Daoud, directora regional de Amnistía Internacional para África Occidental y Central, enfatiza: "El gobierno nigeriano no ha respetado sus obligaciones en materia de derechos humanos para proteger y apoyar debidamente a estas niñas y mujeres jóvenes".

Es imperativo que el mundo no se olvide de estas supervivientes. La indiferencia y el abandono solo perpetúan el sufrimiento y la injusticia que ya han soportado estas jóvenes. Es nuestra responsabilidad colectiva garantizar que las supervientes de Boko Haram reciban el apoyo y la protección que necesitan para reconstruir sus vidas. Solo a través de un compromiso sostenido y efectivo a nivel global podremos ofrecerles la posibilidad de un futuro libre de violencia y lleno de esperanza y justicia.

 

Nota:*Se han utilizado nombres ficticios para preservar la seguridad de las mujeres y niñas.

 

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