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Marcha del Orgullo celebrada en la ciudad de Nueva York

Marcha del Orgullo en Nueva York. © Following_nyc by Pexels

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Las marchas del Orgullo: tiñendo de derechos humanos el planeta

por Carlos Sanguino (@sanguinofer), responsable del Equipo de diversidad sexual y de género de AI España,
Cada año, el 28 de junio es motivo de orgullo, celebración y reivindicación. Pero ¿cómo empezó todo? ¿Por qué se celebra en esa fecha y no en otra? ¿Seguimos teniendo cosas que reivindicar? En las siguientes líneas hablaremos del pasado, pero también de un presente por el que merece la pena luchar. Comenzamos.

28 de junio de 1969: Stonewall, los disturbios que lo cambiaron todo

Mark Segal solía ir al Stonewall, uno de los bares nocturnos de referencia para las personas LGBTI neoyorquinas de finales de los sesenta: “Era un lugar glorioso porque podíamos ser abiertos, podíamos ser nosotros mismos, podíamos bailar, podíamos abrazarnos, podíamos besarnos. Podíamos ser abiertamente quienes éramos”.

Las redadas en los bares de la zona eran frecuentes, y el Stonewall no era una excepción. La madrugada del 28 de junio de 1969, lo que comenzó siendo una identificación de las personas que estaban dentro del local y el posterior arresto de algunas de ellas, se convirtió en una concentración espontánea en el parque de enfrente, el Christopher Park, que desembocó en unos disturbios que duraron varios días y en los que diversas mujeres trans tuvieron un liderazgo indiscutible.

“Un año después de los disturbios de Stonewall se celebraron las primeras marchas del Orgullo en Estados Unidos”

Allí empezó todo. Esas revueltas supusieron un antes y un después para el movimiento LGBTI. Al abrigo de lo que había sucedido y de los nuevos movimientos sociales de finales de los sesenta, como el movimiento de liberación de la mujer, el activismo en contra de la guerra de Vietnam o el Black Power, supuso un espaldarazo para el fortalecimiento de organizaciones ya existentes y para la creación de algunas nuevas. En este momento surgen el Gay Liberation Front (GLF) y la Gay Activists Alliance (GAA).

Un año después de los disturbios de Stonewall se celebraron las primeras marchas del Orgullo en Estados Unidos, en conmemoración de lo que ocurrió en Stonewall. A principios de los años setenta, las primeras marchas LGBTI llegaron a Europa: en 1972 a Alemania y Londres, muy alejadas del fenómeno multitudinario que se vive en los últimos años en algunas ciudades europeas.

Mujer celebrando la marcha del Orgullo

Marcha anual del Orgullo. © Brett Sayles by Pexels

Las primeras marchas del Orgullo en España

“La manifestación fue masiva para la época, muy diversa y alegre. Veníamos de una dictadura en la que la homosexualidad era reprimida, estaba todavía en vigor la ley de peligrosidad social, por la cual te podían detener y encarcelar sin juicio”, cuenta Ramón Linaza, activista LGBTI convocante de la primera marcha del Orgullo en Madrid.

“El Orgullo en España es un referente en positivo, muestra de la libertad de expresión y defensa de los derechos humanos de las personas #LGBTI.”

La primera marcha del Orgullo se celebró en 1977 en Barcelona, y no fue algo festivo y masivo como las actuales: participaron alrededor de 400 personas que fueron dispersadas por la policía. A partir de 1978, la marcha del Orgullo es autorizada en España y comienza a celebrarse también en Madrid y otras ciudades españolas. Desde ese momento hasta ahora, organizaciones y activistas han recorrido un largo y complicado camino para que los derechos humanos del colectivo LGBTI estuvieran presentes en las leyes y las políticas públicas. En 2005 participaron dos millones de personas en la marcha LGBTI a nivel estatal tras la aprobación del matrimonio igualitario.

Seguimos luchando por los derechos LGBTI

Marcha del Orgullo con pancartas que ponen "Marchamos por quienes no pueden"

Marcha del Orgullo con activistas de Amnistía Internacional que portan pancartas que ponen "Marchamos por quienes no pueden". © Jasmine Baert/Amnesty International

Pese a que en algunos lugares hemos avanzado mucho, en muchos sitios del planeta las marchas del orgullo están amenazadas, y el solo hecho de organizarlas puede suponer violencia, discriminación e incluso consecuencias penales para los activismos LGBTI. En países como Moldavia o Georgia, las primeras marchas se han celebrado hace pocos años, con poca participación y entre fuertes medidas de seguridad y ahora peligran en ambos países.

En Georgia, el partido gobernante propuso cambios constitucionales para restringir los derechos LGBTI y en Moldavia, en el año 2022 los miembros de la Asamblea Popular de la unidad territorial autónoma de Gagauz adoptaron una resolución para prohibir las manifestaciones del Orgullo. Además, en junio de 2022, la iglesia ortodoxa de Moldavia pidió a las autoridades que cancelaran el festival del orgullo previsto en la capital de Chișinău, tras lo cual el alcalde anunció que vetaría la marcha del Orgullo.

En Serbia, las marchas del Orgullo LGBTIQ+ se ven empañadas por enfrentamientos entre la policía y grupos que se oponen a la comunidad gay y que creen que el evento va en contra de los valores cristianos ortodoxos tradicionales serbios y deberían prohibirse.

Países como Turquía, Ucrania, Rusia, Uganda o Líbano prohíben sistemáticamente la celebración de actividades y marchas con temática LGBTI, en ocasiones bajo el pretexto de no poder garantizar la seguridad de los participantes. En otras ocasiones las marchas se permiten pero en lugares poco visibles y alejados del centro de las ciudades.


Las marchas del Orgullo LGBTI tienen una relación directa con los derechos humanos, ya que empoderan a las personas LGBTI para reivindicar los derechos y las libertades que se les niegan, así como para visibilizarse en el espacio público del que a menudo se las excluye y luchar contra la homofobia, transfobia y bifobia.

Stonewall fue el inicio de un camino por la lucha de los derechos humanos que los y las activistas LGBTI comenzaron hace 52 años, y gran parte del mismo ha sido realizado sin grandes apoyos por parte de la sociedad ni por parte de los Estados que deberían proteger sus derechos. Por ello es necesario más que nunca reivindicar la historia de lo que sucedió en 1969 y celebrar cada marcha del Orgullo en la que participemos como una victoria de los derechos humanos frente a la violencia y la discriminación.

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