Una encuesta mundial sobre las actitudes hacia la tortura, realizada en 21 países, reveló que la inmensa mayoría de las 21.000 personas encuestadas cree que debería haber leyes claras contra la tortura. Y con toda razón. La tortura es ilegal, bárbara e inhumana, y no tiene justificación en ningún caso. Está prohibida internacionalmente desde 1948, pero sigue siendo una práctica generalizada en muchos países, entre ellos, China. Aunque este país ratificó la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes en 1988, no ha conseguido adaptar la legislación nacional a las obligaciones del tratado.
Un problema fundamental es que la seguridad pública (la autoridad policial de China) tiene demasiado poder dentro del sistema judicial y pocas veces rinde cuenta por ejercer la tortura. El sistema depende en gran medida de las "confesiones" como base de la mayoría de las condenas y ello supone un incentivo casi irresistible para que las fuerzas de seguridad las obtengan por cualquier medio. Esto, a su vez, aumenta considerablemente el riesgo de errores judiciales y de condenas erróneas.
Los abogados y abogadas son parte integral de cualquier esfuerzo serio para frenar la tortura, especialmente en el sistema de justicia penal. Pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención de la tortura si se les permite reunirse con sus clientes durante la detención y pueden ser una fuerza motriz para garantizar el cumplimiento de las normas de un juicio justo. Estas personas son casi indispensables a la hora de solicitar reparación por las violaciones de derechos humanos.
A pesar de su débil estatus institucional -la abogacía no tiene organizaciones independientes en China-, los abogados/as de este país han estado a la cabeza de los esfuerzos por presentar denuncias de tortura ante los tribunales y por exigir responsabilidades por la tortura y otros malos tratos. Sin embargo, se enfrentan a extraordinarias dificultades para operar en el sistema de justicia penal chino, sobre todo cuando se ocupan de casos relacionados con la responsabilidad del gobierno y con cuestiones como la mencionada tortura, pero también la corrupción, la libertad religiosa y la libertad de expresión.
Desde 2006, el gobierno ha ejercido una represión creciente sobre abogados y abogadas que desarrollan una mayor actividad en la defensa de los derechos humanos, convirtiéndoles incluso en víctimas de tortura.
“Me ataron las manos a la parte superior de una litera, y una de las piernas a la parte inferior de la cama. Me obligaron a estar en esa postura mientras los guardias me golpeaban en la cabeza con perchas y en el cuerpo con madera contrachapada. Los guardias me metieron chile en la boca y no me permitieron ir al baño. Después, me colgaron del techo. Me sometieron a esta clase de castigo durante 27 días.”
El informe de Amnistía No End In Sight: Torture and Forced Confessions in China sigue vigente y revela que el sistema de justicia penal de China aún depende en gran medida de confesiones forzadas.
En un sistema judicial en el que la judicatura carece de independencia, dichas confesiones generalmente se obtienen mediante tortura, y cuando abogadas y abogados intentan denunciarla, se les ignora sistemáticamente o sufren hostigamiento o incluso detención y tortura. He aquí un breve resumen de los hechos.
Dos mujeres detenidas están "de guardia" vigilando a sus compañeras de celda mientras duermen. © Molly Crabapple
¿Quién tortura en China?
La tortura en China es especialmente frecuente contra personas detenidas que todavía no han sido llevadas a juicio.
Las garantías procesales no se aplican en China cuando las denuncias son por delitos contra la "seguridad del Estado", lo que incluye una larga lista de infracciones poco definidas. Con ellas se suele acusar a quienes defienden los derechos humanos o expresan sus críticas al gobierno. En este grupo se incluye también a quienes se hacen eco de las detenciones (periodismo) y a quienes los defienden en los tribunales: abogacía. Ademas, en el informe de Amnistía Internacional "Como si fuéramos el enemigo en una guerra. Internamiento masivo, tortura y persecución por parte de China de personas musulmanas en Xinjiang" se presentan testimonios de la persecución, el internamiento en campos y tortura de cientos de miles de uigures, kazajas o de otras étnias de religión musulmana que, con la excusa de la lucha contra el terrorismo islámico, el gobierno somete a una campaña de adoctrinamiento mediante el frecuente uso de la tortura.
“Las manos se me hincharon y sentí tanto dolor que no quería vivir. Los agentes de policía tiraban una y otra vez de las esposas y yo gritaba”
¿A qué nos referimos con tortura en China?
La tortura suele tener lugar cuando alguien que tiene autoridad causa de forma intencionada dolor o sufrimiento intenso con un fin concreto, como obtener información o en represalia contra alguien. Estas prácticas suelen correr a cargo del funcionariado de prisiones o incluso de la población reclusa sometida a presión.
La tortura no sirve para conocer la verdad puesto que es un castigo o se usa para que la persona confiese. En China la tortura se lleva a cabo con frecuencia bajo una forma de detención secreta que denominan "vigilancia domiciliaria en lugar designado". Las personas sometidas a este tipo de detención han denunciado reiteradamente haber sido torturadas. A estos lugares secretos se llevan a quienes son críticos con las políticas de gobierno y a quienes ejercen o defienden los derechos humanos.
La definición de tortura en virtud de la legislación china sigue siendo inadecuada y contraria al derecho internacional y sigue prohibiendo únicamente ciertos actos de tortura como “usar la violencia para obtener la declaración de un testigo”, y cuando la autoría corresponde a personal encargado de hacer cumplir la ley, mientras que otras personas responsables sólo pueden ser acusadas formalmente de cómplices. La tortura psicológica no está prohibida explícitamente en la legislación china, tal como exige el derecho internacional.
Un detenido en un campo de internamiento. ©Molly Crabapple
¿Por qué se tortura en China?
En China la tortura se usa para lograr dos objetivos principales: el primero, para extraer confesiones y obtener pruebas para enjuiciamientos criminales, y el segundo, para castigar. Por ejemplo, el informe No End in Sight cuenta en detalle la experiencia del activista Yang Mingyu, tal como la refirió su abogado.
Yang Mingyu estuvo tres días con una mano y los pies esposados a una cama como represalia por quejarse de la calidad de la comida que se le suministraba bajo custodia. En consecuencia, tuvo que comer, orinar y defecar amarrado a la cama.
La obtención de confesiones mediante tortura sigue siendo una práctica arraigada en la detención en espera de juicio, sobre todo en causas políticas, como las que afectan a disidentes, minorías étnicas o personas que participan en actividades religiosas.
¿Cómo se tortura en China?
La tortura puede ser física, como asestar golpes a la víctima u obligarla a mantener una posición dolorosa. O puede ser psicológica, como la privación de sueño.
A continuación enumeramos algunos métodos e instrumentos que se utilizan de forma habitual en China.
Banco del tigre
Se atan con fuerza las piernas de la persona a un banco y se agregan gradualmente ladrillos bajo los pies de la víctima, haciendo que las piernas se doblen hacia atrás.
“Diaodiaoyi” (Silla de sujeción colgante)
La persona sentada en esta silla de sujeción no podrá inclinarse hacia atrás ni apoyar los pies en el suelo para descansar. El pecho estará atado a una tabla mientras las manos están esposadas, por lo que todo el cuerpo quedará inmovilizado.
Privación del sueño
Por medios como la exposición a luces intensas sobre la cama.
Exposición a calor o frío extremos
Uso de esposas, grilletes u otros instrumentos de restricción
Durante periodos prolongados, incluido el uso de una silla llamada “silla de hierro”.
Abusos sexuales
No recibir suficiente comida, agua o atención médica adecuada
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