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La menstruación y los derechos humanos

La Fundación Beatrice Fullal tiene un proyecto en el norte de Kenia, llamado The Bloody North Project, que aborda la salud menstrual. © CC BY-SA 4.0

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La menstruación y los derechos humanos

Por Vega Alonso del Val (@VegaAlonsoV), colaboradora de Amnistía Internacional,

Cuando las mujeres y niñas tienen que recurrir a hojas o trapos a modo de compresas ven vulnerado su derecho a la salud en muchas partes del mundo. También cuando por ello tienen más riesgo de sufrir infecciones. Cuando las niñas se ven obligadas a quedarse en casa durante los días de periodo ven vulnerado su derecho a la educación. Cuando no pueden acceder a la compra de compresas o tampones es que sufren pobreza de periodo. Y es que los derechos humanos de mujeres y niñas se ven vulnerados en demasiadas ocasiones por el simple hecho de menstruar, sin olvidarnos de los estigmas y tabúes que rodean a la regla, algo que lleva a la exclusión y discriminación.

Naciones Unidas (ONU) considera que la higiene menstrual es un tema de derechos humanos, que tiene que ver con la igualdad de género, derecho al agua y saneamiento, a la salud, a la educación y a la participación.

Este 28 de mayo se celebra el Día Internacional de la Higiene Menstrual para concienciar sobre la importancia de construir sociedades donde las mujeres y niñas puedan convivir con su menstruación de una forma digna, segura y privada. Busca también hablar abiertamente sobre la regla y dejar atrás los tabúes o prácticas discriminatorias.

Manifestación por la salud menstrual

Mujeres mexicanas piden como consigna en las marchas feministas asegurar el acceso a la higiene menstrual 2 abril 2022. © Carol Estef Salas CC BY-SA 4.0

¿Qué es la salud menstrual?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF definen una adecuada gestión de la higiene menstrual (GHM) como aquella que permite a mujeres y niñas “utilizar material para la higiene menstrual limpio, que absorba o recoja la sangre y pueda ser cambiado en privado, utilizando agua y jabón para higienizar el cuerpo, y teniendo acceso a instalaciones para disponer del material ya utilizado”.

Sin embargo, la falta de higiene menstrual vulnera el derecho a la salud de niñas y mujeres. Utilizar trapos en lugar de compresas, no poder cambiarse regularmente o no tener acceso a agua para lavarse aumenta el riesgo de infecciones. Su derecho a la salud también se ve vulnerado cuando no tienen acceso a un tratamiento para sobrellevar el dolor relacionado con la menstruación.

La ONU señala que la falta de atención y de educación acerca de la menstruación implica que muchas mujeres y niñas sufren durante años sin recibir atención médica. Cuando la regla impide a las mujeres participar en actividades ordinarias, se requiere atención médica. Hay ocasiones en las que el dolor puede ser debilitante. Es el caso de la dismenorrea o cólicos menstruales. A ello hay que añadir otras dolencias vinculadas con la menstruación y que deben ser tratadas como la menorragia o el sangrado prolongado, riesgo de anemia, síndrome del ovario poliquístico, endometriosis o fibromas. Además, está asumido en la sociedad que tener dolor con la regla es algo “normal”. Sin embargo, no lo es y ese dolor intenso debe ser tratado.

Derecho a la salud menstrual

Día de la Higiene Menstrual celebrado en la India. © CC BY 2.0

Derecho al agua y saneamiento para una buena higiene menstrual

Contar con disponibilidad y acceso a agua segura, que los baños o letrinas estén en las mejores condiciones o que haya acceso a materiales para la menstruación es fundamental para tener una vida digna y para el cumplimiento de los derechos humanos. También que las niñas puedan cambiarse y lavarse con seguridad y privacidad.

Sin embargo, a nivel mundial, una de cada cuatro escuelas primarias y una de cada seis escuelas secundarias carecen de servicio de agua potable, lo que frena la salud menstrual de las niñas.

¿Qué es la pobreza menstrual?

No poder comprar productos como compresas, tampones o copas menstruales por la falta de recursos económicos de las familias es lo que se denomina ‘pobreza de periodo’ o ‘pobreza menstrual’, una realidad que afecta a una de cada cinco niñas en el mundo. El precio de estos productos es uno de los elementos clave en este tipo de pobreza. Por ello, hay países que han bajado, reducido o eliminado los impuestos sobre compresas y tampones.

En Kenia, Canadá, India, Malasia, Uganda, Tanzania, Nicaragua, Trinidad y Tobago, Reino Unido, Irlanda y en varios estados de Estados Unidos y Canadá los productos menstruales están exentos de impuestos. Escocia fue el primer país del mundo en ofrecer de forma gratuita productos sanitarios relacionados con la menstruación. Además, proporciona su acceso gratuito en todas las escuelas, colegios y universidades. En la ciudad de Nueva York todos los colegios públicos dispensan compresas y tampones de forma gratuita en sus baños desde 2016. Una iniciativa que ha reducido las tasas de abandono escolar de las niñas.

Por el lado contrario, en otros países los gravan como productos de lujo. Es el caso de Hungría con un 27% de impuestos, Croacia, Suecia y Dinamarca, con un 25% o Argentina con un 21%. Hasta ahora los estados de la Unión Europea (UE) se regían por una normativa comunitaria que solo permitía reducir el impuesto de los tampones y las compresas hasta el 5%, pero ahora la UE da mayor libertad a los países para bajar estos impuestos. Alemania lo bajó en 2020 del 19% al 7%. En España el IVA para estos productos es del 10%, el mismo que, por ejemplo, los eventos deportivos o servicios de hostelería.

Acciones contra la pobreza menstrual

Caja de donación de productos para la menstruación (compresas, tampones) en el espacio de trabajo de Common Ground en Oxford, 25 de marzo de 2019. © De Mvolz - Trabajo propio

La pobreza menstrual y la falta de salud menstrual frena la educación de las niñas

Si nos centramos en el ámbito educativo, ¿sabías que en todo el mundo, incluso en los países occidentales, hay niñas que dejan de ir a la escuela en los días de su periodo? El miedo a las burlas, la falta de agua y de lugares en la escuela para cambiarse de una forma higiénica, los dolores y molestias que sufren o el hecho de no poder acceder a productos como compresas o tampones hacen que niñas y jóvenes opten por quedarse en casa cuando tienen la regla.

Organizaciones como UNICEF señalan que de media en todo el mundo una niña falta de 1 a 4 días a la escuela cada mes por padecer una regla dolorosa. A largo plazo esto perjudica su rendimiento académico, su malestar emocional, aumentan las posibilidades de abandono escolar y la brecha educativa de género. Además, frena su futuro laboral. La pregunta aquí sería: ¿por qué las niñas y jóvenes tienen que ver reducidas sus posibilidades educativas simplemente por tener la regla?

Barreras laborales debido a la menstruación

El escaso acceso a medios seguros de manejo de la higiene menstrual, el dolor relacionado con la regla o la falta de medicamentos para tratar las dolencias derivadas de la misma limitan las oportunidades de empleo para las mujeres. La ONU denuncia que necesidades relacionadas con la menstruación, como pausas para ir al baño, podrían ser sancionadas, provocando así desigualdad en las condiciones de trabajo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que el derecho a un medio ambiente de trabajo seguro y saludable debe ser reconocido como un derecho humano fundamental, y que se debe proteger la salud en los centros de trabajo. Esto incluye poder trabajar con las medidas de higiene necesarias y hacerlo sin dolor.

Y es que como mencionamos anteriormente, en algunos casos, los dolores menstruales y síntomas que sufren las mujeres durante la regla -de abdomen, pelvis, piernas, espalda, mareos, vómitos, sudores- pueden ser debilitantes. A este dolor con el que se tiene que ir a trabajar, se suma la vergüenza o el miedo de avisar en el puesto de trabajo o el automedicamento a base de antiinflamatorios para poder aguantar la jornada laboral.

La higiene menstrual como derecho humano

La higiene menstrual es un tema de derechos humanos © CC BY 2.0

Discriminación menstrual

Asimismo, las mujeres pueden enfrentarse a discriminación en el lugar de trabajo y en todos los ámbitos de su vida como la escuela, servicios de salud o actividades públicas pues, como apunta la ONU, los estigmas y prejuicios que rodean a la menstruación pueden reforzar las prácticas discriminatorias y provocar exclusión.

En algunos países, se considera que las mujeres y niñas que están menstruando están contaminadas o son impuras, se les imponen restricciones -como no tocar el agua o cocinar-, se les impide asistir a ceremonias religiosas, culturales o en comunidad, e incluso se les impide pasar la noche en casa.

Derecho a la información sobre la salud menstrual

Otro de los derechos vulnerados cuando hablamos de menstruación es el derecho a la información. Según la ONU, las oportunidades de mujeres y niñas también se limitan cuando carecen de información acerca de la salud menstrual, los servicios para tratar los trastornos menstruales o  sobre los suministros para mantener la higiene menstrual.

Son demasiadas las niñas que saben poco de la regla y el ciclo menstrual. En la India, un estudio de UNICEF realizado con casi 100.000 niñas refleja que casi la mitad no sabía nada acerca de la menstruación hasta la primera vez que la tuvo. Esto puede tener graves repercusiones en sus vidas. Muchas de ellas sentían confusión por el dolor y la sangre o creían tener una enfermedad grave. La educación se convierte en un punto clave para ayudar a las niñas a enfrentarse a este cambio con seguridad y los medios necesarios.

Por otro lado, la ONU denuncia que la información disponible a menudo es negativa o incorrecta. Esto hace que se generen ideas erróneas sobre la regla o estigmas que marcarán a las mujeres y niñas a lo largo de su vida.

Sin embargo, la menstruación es un proceso biológico natural que vive más de la mitad de la población mundial durante una parte de sus vidas. Por ello, es necesario incidir en la educación de niños y niñas para naturalizar la regla y borrar los estereotipos y tabúes que la rodean. Es necesario que sea un proceso digno y seguro, con acceso a información y productos de higiene menstrual.

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