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Varias personas se enfrentan a la policía en Minneapolis en protesta por el asesinato de George Floyd.

© Richard Tsong-Taatarii / Star Tribune a través de Getty Images. Varias personas se enfrentan a la policía en Minneapolis en protesta por el asesinato de George Floyd.

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George Floyd: El racismo también es una pandemia

Por Olatz Cacho (@Olatz_Cacho), responsable de países en Amnistía Internacional,

La muerte de George Floyd bajo custodia policial en Minneapolis el 25 de mayo ha desatado una oleada de protestas en Estados Unidos de gran magnitud. Algunas ciudades han pasado de estar dormidas por el confinamiento a vibrar con ríos de personas en sus calles que ni los toques de queda ni la brutalidad policial, en algunos casos, han podido restringir. Las personas que han participado, han optado por poner su salud en peligro a no movilizarse por la muerte del enésimo hombre negro a manos de un policía blanco.

El racismo no murió con la abolición de la esclavitud, con la aprobación de la Ley de los derechos derechos civiles ni siquiera con la llegada del primer presidente negro a la presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama, que gobernó durante ocho años. El racismo es institucional y está bien agarrado al sistema.

Los hombres negros (sobre todo hombres aunque también mujeres) tienen más probabilidades de ser detenidos por la policía, tienen menos probabilidades de tener un juicio justo y sus sentencias son más largas que las de los blancos condenados por los mismos delitos. En el apartado de muertes a manos de la policía, representan el 27,6% del total de muertes, siendo solo un 13% de la población. Si hablamos de muertes por armas de fuego, el 59% eran personas negras. Su número también es desproporcionadamente alto en los corredores de la muerte en Estados Unidos.

Protestas contra el asesinato de George Floyd

Una mujer sostiene un cartel que dice "La vida de George Floyd importaba" durante una protesta en Minneapolis. © Stephen Maturen / Getty Images

Pero es que además del sistema judicial, el sistema de salud también es racista, así como el propio coronavirus, quién lo iba a pensar. El fracaso de Estados Unidos en la construcción de un sistema de salud equitativo, en lo que sí trabajó con prioridad Obama consiguiendo algunos resultados, significa que sus residentes negros tienen altas tasas de condiciones preexistentes que los hacen más vulnerables al coronavirus: enfermedades cardíacas, diabetes, asma y obesidad en cantidades desproporcionadas. También viven en lugares más expuestos a la contaminación del aire y tienen un acceso menos fiable al agua limpia y son personas más propensas a trabajar en empleos considerados "esenciales", exponiéndolas más al contagio. Resultado: mueren por COVID-19 a un ritmo tres veces mayor que las personas blancas.
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Como dijo el actor de Hollywood Will Smith: “El racismo no va a peor, sino que se está grabando”. En el caso de George Floyd literalmente. Las cámaras de seguridad de la calle en la que murió, así como los teléfonos móviles de personas presenciales, filmaron la muerte de George, ocho angustiosos minutos en los que boca abajo en el suelo y con la rodilla de un policía en su cuello, dice: “no puedo respirar” dieciséis veces y varios testigos intentan convencer al policía de que lo deje, que George no se mueve y lo va a matar. El policía, con sus gafas de sol en la cabeza, asiste imperturbable a todo, al igual que los otros tres oficiales que tampoco mueven un dedo. (Toda la secuencia estudiada por el New York Times aquí)

“No puedo respirar” es el lema de muchas protestas así como “Black Lives Matter”, las vidas de las personas negras importan. La protesta ha prendido en las calles, las celebrities se han echo eco, algún jefe de policía se ha unido a las manifestaciones, y otros se han arrodillado como muestra de respeto y para rebajar la tensión del momento (a la estrella del futbol americanoColin Kaepernick esto le costó su estatus como icono del deporte). Las televisiones de todo el mundo retransmiten. Las redes sociales arden con campañas de solidaridad, fotos icónicas, lemas ingeniosos e información en directo. Es poco probable, por decirlo de alguna manera, que el presidente Donald Trump ponga la lucha contra el racismo en su lista de prioridades, y se necesitaría una reforma a muchos niveles del Estado. ¿Por dónde empezar?

En Amnistía Internacional España apoyamos desde lo pequeño, el caso de George Floyd, pidiendo justicia para que su muerte no quede impune. ¿Te sumas?

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