El pasado 20 de enero, los ojos del mundo estuvieron puestos en Washington, DC, mientras un nuevo presidente de Estados Unidos juraba su cargo. Donald J. Trump y su gobierno asumieron la responsabilidad de respetar y defender las leyes del país, incluida la obligación de Estados Unidos de proteger los derechos humanos tanto en su territorio como en el extranjero.
“Si Trump pone en práctica en la política estadounidense la retórica del miedo y el odio que impregnó su campaña, existe un peligro real de que el enorme poder del gobierno de Estados Unidos tenga un impacto devastador en los derechos humanos de las personas.”Margaret Huang, directora ejecutiva de AI Estados Unidos
Trump debe abandonar de manera inequívoca sus declaraciones de odio y rechazar públicamente el racismo y la discriminación.
“Trump asume su cargo en medio de una de las crisis de refugiados más grandes que ha habido en generaciones. Ahora mismo hay más gente huyendo de los conflictos violentos que en ningún otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. Millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas por miedo a morir si regresan. Estados Unidos debe compartir la responsabilidad de proteger a las personas refugiadas.”Margaret Huang, directora ejecutiva de AI Estados Unidos
Fotos de observadores de Amnistía Internacional Estados Unidos en las protestas de Standing Rock. © AI USA
“Como presidente, debe dejar atrás estas tácticas intimidatorias y comprometerse a respetar y proteger los derechos de los disidentes pacíficos y los defensores y defensoras de los derechos humanos –incluidos los que puedan criticarlo– para proteger el derecho a la libertad de expresión.”
Margaret Huang, directora ejecutiva de AI Estados Unidos