El Orgullo no es solo una fiesta: es memoria, es lucha y es visibilidad. Cada año, miles de voces se alzan en las calles para defender lo que nunca debió estar en duda: el derecho a ser, a amar, a vivir con libertad y sin miedo.
Hoy te traemos una serie de carteles para que elijas el que más te represente, el que grite lo que llevas dentro, el que te acompañe en la mani o en tu perfil, en la pancarta o en el pecho.
Porque hay muchas formas de ser, de amar y de alzar la voz. Y todas caben en el Orgullo.
¿Cuál es tu grito este año?
Sobrevivimos al silencio. Viviremos con Orgullo

Crecimos aprendiendo a esconder lo que éramos. A bajar la voz, a mirar hacia otro lado, a fingir que no dolía. Durante mucho tiempo, el silencio fue lo único que parecía seguro. Pero ese silencio nos hizo invisibles, y lo invisible no se protege, no se escucha y no se cuida.
Hoy, después de tanto, estamos aquí. Y ya no nos callamos. Porque merecemos vivir con dignidad, con libertad y con amor. Porque vivir con Orgullo es reparar todas esas veces que nos hicieron sentir que no valíamos. Y porque nadie debería volver a sentir que tiene que esconderse para sobrevivir.
La diversidad no se debate. Se protege

Nuestros derechos no son una opinión. Nuestra existencia no está sujeta a votación. Ser quienes somos no es una ideología, es una realidad. Y como toda realidad humana, merece respeto, reconocimiento y garantías.
Hay quienes intentan disfrazar de “debate” lo que en realidad es retroceso, prejuicio o violencia. Pero lo que está en juego no es un argumento: son vidas. Por eso, ante cada intento de negar, borrar o limitar nuestras identidades, respondemos con claridad: la diversidad no es un problema que se discute, es un valor que se defiende.
Amar no es tendencia. Es resistencia

Nos dijeron que amar era un privilegio solo para algunas personas. Que lo nuestro era una fase, una moda, un error. Pero cada vez que amamos con libertad, desafiamos al miedo. Porque en contextos donde la orientación sexual o la identidad de género se castigan, donde las familias son separadas, donde besar o amar puede costarte la vida, el amor se convierte en una forma de resistencia.
Amamos porque es nuestra forma más profunda de existir, de resistir, de decir: aquí estamos, y no vamos a dejar de sentir. Porque cuando nos niegan el amor, nos niegan la humanidad. Y defender el derecho a amar es defender los derechos humanos.
Los derechos LGBTIQ+ no se recortan, se garantizan

Los derechos humanos no son opcionales. No se miden por encuestas, ni se negocian según el clima político. Cuando hablamos de derechos LGBTIQ+, hablamos de protección frente a la violencia, de acceso igualitario a la salud, a la educación, al empleo, a la justicia. Hablamos de vivir sin miedo. Cada ley que discrimina, cada discurso de odio, cada retroceso legal tiene consecuencias reales. Y no podemos permitirlo.
Los derechos no se conceden: se reconocen. Y una vez reconocidos, deben ser protegidos con firmeza. No hay excusas. No hay medias tintas. Hay que garantizar lo que ya debería estar asegurado.
Nos quisieron invisibles. Nos volvimos imparables

Nos negaron en leyes, en libros, en aulas, en hogares. Nos borraron de los discursos, de los medios, de las estadísticas. Intentaron convencernos de que no existíamos. Pero lo que no se nombra, también resiste. Porque la invisibilidad fue una forma de violencia. Y contra ella, levantamos comunidad, memoria y lucha. Hoy estamos en las calles, en los parlamentos, en los medios, en las familias. Y no pedimos permiso: exigimos derechos.
Nos quisieron fuera de la historia, pero la estamos escribiendo. Nos quisieron invisibles. Nos volvimos imparables.
100% queer, 0% disculpas

No vamos a encajar en moldes que no hemos elegido. No vamos a pedir perdón por existir, por expresarnos, por amar o por vivir fuera de las normas impuestas. Ser queer no es un error que corregir, ni un exceso que moderar. Es identidad, es dignidad, es diversidad. Y no tenemos que justificar ni una sola parte de lo que somos.
Demasiado tiempo nos hicieron sentir que debíamos suavizarnos, escondernos, explicarnos. Pero ya no más. Somos quienes somos. Y no tenemos nada que ocultar. Ni una disculpa. Ni un paso atrás.
Los derechos LGBTIQ+ son derechos humanos. Sin excepción

No hay derechos de segunda. No hay personas de segunda. Los derechos LGBTIQ+ no son “privilegios”, no son “excesos”. Son derechos humanos. Y los derechos humanos no dependen de la orientación sexual, la identidad o la expresión de género. No se condicionan. No se cuestionan. No se recortan. Negarlos o limitarlos es violencia. Garantizarlos es justicia.
Por eso, desde Amnistía Internacional lo decimos claro: los derechos LGBTIQ+ son derechos humanos. Sin excepción.
Las vidas LGBTIQ+ importan. Siempre. En todas partes

Ninguna vida es menos valiosa por ser distinta. Nadie debería temer por quién es o a quién ama. Pero cada día, en demasiados lugares, las personas LGBTIQ+ siguen siendo atacadas, excluidas, perseguidas o silenciadas. Existimos en todas las comunidades, en todos los países, en todos los espacios. Y merecemos el mismo respeto, la misma protección y la misma dignidad.
No es cuestión de contexto, ni de fronteras, ni de tolerancia. Es una cuestión de justicia. Porque nuestras vidas valen. Ayer, hoy y siempre. En cualquier lugar del mundo.
No es provocación. Es visibilidad en alta definición

Nunca fue provocación alzarnos, vestirnos, mostrarnos, amarnos. No fue provocación vivir con verdad, reír fuerte, caminar con orgullo. Pero nos acusaron de provocar cuando lo único que hacíamos era existir.
Hoy elegimos mostrarnos con toda la fuerza, el color y la claridad que nos negaron. Esto no es exceso. Es existencia. Esto no es provocación. Es orgullo. Es visibilidad. Y la vivimos en alta definición.
