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Panorámica de la entrega de premios Sajarov 2015 por la libertad de conciencia que concede el Parlamento Europeo. © AI/Ana Gómez

Blog

El premio de su liberación

Por Ana Gómez (@paisdejarl), responsable de Medios de Amnistía Internacional,

“Cada vez que puedo hablar con él me pregunta lo mismo: ¿mis hijos me olvidan? Por supuesto, la respuesta es no, pero a ellos no les puedo contar demasiado sobre la situación de su padre, para que no sufran”.

Imagino que desde su exilio canadiense y lo que los pequeños, de 11, 10 y 7 años estén viendo en las calles y en el colegio, será cada día más difícil explicarles por qué su padre sigue encarcelado, y por qué cada viernes sigue siendo una tortura para ella. Ella, con enormes ojos clavados al fondo de la sala, mirando muy lejos, es Ensaf Haidar, la mujer de Raif Badawi, y ha venido al Parlamento Europeo para recoger el

Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, que cada año se concede a personas que luchan por los derechos humanos en el mundo. Su marido, todavía en prisión, no ha podido recogerlo: fue condenado en 2014 a 10 años de cárcel y a un castigo, si cabe, mucho más atroz: mil latigazos en público. Su único delito: expresar sus opiniones y haber abierto un blog,

La sentencia fue corroborada el pasado mes de junio por el Tribunal Supremo de Arabia Saudí, y, aunque la flagelación no se ha repetido desde el 9 de enero, cuando tuvo lugar la primera tanta de 50 latigazos, algo que dejó a Badawi en pésimas condiciones de salud, cada viernes puede ser la siguiente.>

La sala en la Sala del Plenario del Parlamento está abarrotada y los aplausos emocionan a Ensaf una vez más al recoger el premio, a pesar de que ha recorrido el mundo pidiendo la liberación de su marido. “Estoy triste por la ausencia”, dice, y luego añade a la prensa: “Él está lejos de nosotros, no nos oye y no nos ve, pero yo no pierdo la esperanza de que haya luz al final del túnel”.

Ensaf Haidar, la esposa del bloguero saudí Raif Badawi, recogió en nombre de su marido el premio Sájarov 2015 por la libertad de conciencia que le ha concedido el Parlamento Europeo. © AI/Ana Gómez 

Batiendo récord

Después de recibir amenazas de muerte, Ensaf tuvo que huir a Canadá, el primer país que le concedió asilo con sus tres hijos. Y es que no solo la libertad de expresión está amenazada en su país, el reino saudí parece querer llevarse la medalla en cuanto a violaciones de derechos humanos: castigos crueles e inhumanos como la flagelación en público o las amputaciones para determinados delitos, persecución de los activistas y la tortura bajo custodia. Todo ello por no hablar de que es uno de los mayores verdugos del mundo, superando sus propias marcas con más de 150 ejecuciones en lo que va de 2015 frente a las 91 de 2014. O de la discriminación sistemática que sufren las mujeres en la legislación y en la práctica, que necesitan un tutor varón para actos como obtener un empleo remunerado, contraer matrimonio, viajar o matricularse en la universidad.

Está claro que el único país del mundo que no permite a las mujeres conducir debe recibir más presiones por parte de la Unión Europea, no sólo un premio a un disidente. Mientras intereses como la energía, las relaciones comerciales y la cooperación en materia de antiterrorismo sigan primando por encima de los derechos humanos en las relaciones entre los Estados miembros y Arabia Saudí, no hay galardón que saque a todos los blogueros, activistas, abogados de derechos humanos de la cárcel. Porque como Raif hay decenas de personas encarceladas simplemente por expresar sus opiniones en público o criticar al régimen a través de las redes sociales. Waleed Abu Al-Kair , el que fue abogado de Badawi, es otro de los casos, condenado a quince años.>

Martín Schultz, presidente del Parlamento Europeo, ha sido contundente: “Quiero hacer un llamamiento renovado al rey Salmán para que Badawi sea puesto en libertad. Hay que poner fin a estas prácticas y pedir que cumpla con sus compromisos internacionales”.

Más lo ha sido Elena Valenciano, presidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos, en el Seminario sobre Libertad de Expresión previo a la entrega del premio: “La realpolitik nos está matando a los europeos en el escenario internacional porque el abandono de la defensa de la dignidad y los derechos humanos son responsables en parte de la violencia que hoy recibimos. Los europeos hemos abandonado la defensa contundente de los derechos humanos”. Incluso Ensaf se ha atrevido a hacer su propia advertencia: “en mi opinión los países europeos podrían presionar más para conseguir avanzar hacia la libertad de expresión en mi país”.

Y es que, tal y como ha afirmado el blogero de The Economist, Bruce Clark, los gobiernos no pueden seguir buscando excusas para reprimir la libertad de expresión. Una de ellas, es la amenaza del terrorismo. Amnistía Internacional considera que cualquier medida que se tome para luchar contra el terrorismo debe tener en cuenta los derechos humanos: “La UE y muchos Estados miembros esgrimen su deseo de colaborar con Arabia Saudí en materia de antiterrorismo como excusa para no tomar medidas en sus relaciones con el país, cuando en realidad son las problemáticas leyes antiterroristas de Arabia Saudí las que han desembocado en el encarcelamiento de muchos defensores de derechos humanos”, asegura Iverna McGowan, directora en funciones de la Oficina de Amnistía Internacional ante las Instituciones Europeas.

El camino es todavía largo. Amnistía Internacional ha recogido alrededor del mundo más de un millón de firmas que piden su liberación en la última campaña. Firmas como las de todas las personas que abarrotan esta sala, o de otras anónimas que desde sus casas pensaron que la libertad de Badawi merecía un pequeño de sus esfuerzos. Es impresionante escuchar al final del acto los aplausos dedicados a esta activista que continúa su viaje y su lucha. Y que acaba, sonriente: ¿se arrepienten de haber desafiado al régimen? “No, nunca. Estoy orgullosa de mi marido, que siempre ha explicado sus opiniones de manera valiente, educada, elegante. Si volviera a pasar le diría lo mismo: escribe, escribe, escribe”.>

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