Seis meses atrás recibimos una puñalada.
El asesinato de mi hija, Marielle Franco, en el centro de Río de Janeiro el 14 de marzo, dejó un inmenso vacío. Un vacío del tamaño de la presencia de Marielle en nuestras vidas. Definitivamente, mi familia no ha vuelto a ser la misma tras esa noche, lo mismo le sucede a la familia de Anderson Gomes, su chófer, también asesinado. Ninguna persona está preparada para sufrir la pérdida de una hija. Todos los días me pregunto qué puede haber hecho una concejala electa de la ciudad y una reconocida defensora de los derechos humanos para generar tanta violencia. Todavía no tengo respuesta.
Acto solidario para pedir justicia en el asesinato de Marielle Franco. © Elisangela Leite
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Time