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Fotografías de personas que fueron ajusticiadas tras la guerra civil y enterradas en la fosa de Almagro.

Fotografías de personas que fueron ajusticiadas tras la guerra civil y enterradas en la fosa de Almagro. © AI

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El limbo de las personas desaparecidas y su memoria

Por Carmen López (@lacarmenlolo), responsable de Medios en Amnistía Internacional,

En el limbo están los desaparecidos. El limbo era el espacio reservado por la iglesia a los asesinados tras la Guerra Civil que no se confesaban. El limbo está también en los márgenes de los documentos en los que se encuentra la información, en los márgenes de las historias de las familias que te cuentan otras cosas. Y entre todos se construye el rompecabezas de quienes fueron fusilados.

En Almagro, tras la Guerra Civil fueron asesinadas 70 personas, la mayoría entre mayo de 1939 y junio de 1940. 42 terminaron en fosas en el interior del cementerio, las que se confesaron; 28, en fosas en el exterior, quienes no lo hicieron.

Entre el 3 y el 28 de mayo de 2021, se exhumó la fosa de Almagro, conocida como el limbo, como el cementerio civil, como el corral de los desgraciados. Un lugar fuera del cementerio, cerrado con una puerta al que los familiares nunca habían podido pasar. En estos trabajos se recuperaron 26 cuerpos de víctimas de la represión franquista, fusilados al final de la Guerra Civil en Ciudad Real.

Matan a la persona y el tiempo pasa. Y hay algunos casos donde ese recuerdo se mantiene como un duelo alargado en el tiempo y en otros no”, nos cuenta Jorge Moreno, antropólogo social y coordinador de Mapas de Memoria de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). “El silencio es una estrategia para sobrevivir en un contexto de violencia. Y hay procesos de silenciamiento dentro de las familias. Si a una viuda le matas a su marido y tiene que vivir en los años cuarenta con tres hijos, no quiere problematizarles la vida, no les va a contar demasiadas cosas”.

Jorge Moreno coordina un equipo de antropólogos sociales que rastrean la memoria de lo que pasó entonces. En sus más de 10 años de trabajo, su primera labor fue saber cuánta gente había sido asesinada en la provincia de Ciudad Real, víctimas de la represión franquista tras terminar la Guerra Civil. Dieron con 4.000 nombres que se recogieron con sus edades, su estado civil, su ideología... en el libro “Para hacerte saber mil cosas nuevas. Ciudad Real 1939”.

Su siguiente labor fue saber dónde estaban esas fosas, dónde estaban los cuerpos. Los que fueron asesinados en la provincia, se repartieron entre 53 fosas.

Exhumación de la fosa de Almagro

Trabajos de exhumación en la fosa de Almagro. © AI

Familias como motores de la búsqueda

Ninguna apertura de fosas tiene sentido sin familiares. Jorge cuenta que buscar un hueso es tan intenso como buscar un recuerdo que ha transitado a lo lago de tres generaciones. Cuando se empezó la exhumación, solo conocían a cuatro familias. Al terminarla habían localizado a 21 de las 28 familias de las víctimas. A todas las han entrevistado, muchas han estado en la excavación y se les ha recogido el ADN.

Buscando información en los documentos de la Causa General para una amiga, por casualidad, José Barrios Labrador, encontró información de su abuelo y de su tío abuelo, José Barrios Córdoba. Ambos fueron condenados a muerte en un juicio sumarísimo. A su abuelo no le fusilaron, a su tío abuelo sí, el 9 de octubre de 1939. Militante de la CNT y alistado en el ejército republicano desde el principio de la contienda, combatió hasta el final de la misma.

Una vez encontrada la información, y tras consultar a la familia, decidimos que no podía estar ahí tirado como un perro y en esas condiciones. Ahora ha llegado la oportunidad de recuperarlo y enterrarlo con dignidad”, nos cuenta José Barrios.

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María Benítez Sánchez, antropóloga forense de la Universidad Complutense, nos explica que cuando llegó el equipo a la fosa había muchísima hierba, unas amapolas extraordinarias y tres cruces de forja colocadas de manera aleatoria por el encargado del cementerio para dignificar un poco la zona.

Una vez que saben que se está abriendo la fosa”, cuenta Jorge Moreno “nos explican que siempre habían venido a tirar flores por encima de la valla, a mirar por la mirilla de la puerta, pensando que quizás ahí podía estar su padre. Otros no sabían nada”.

“Las familias que no han podido tener el cuerpo de su familiar, a veces han adorado fotografías porque era lo único que tenían. Ahora que tienen los restos, lo que quieren es que puedan descansar junto a la viuda, junto a la madre, junto a la propia hija. Que tengan un lugar”.

Para José Barrios “todo el mundo tiene derecho a tener una sepultura digna, y las familias tenemos derecho a tener a nuestros ancestros como nosotros estimemos conveniente, no como impongan. Yo me siento como si estuviéramos rescatando a alguien del olvido”.

La Ley de Memoria Democrática, actualmente en trámite parlamentario, establece que la búsqueda de personas desaparecidas corresponde al Estado. Lamentablemente, hasta ahora esta labor estaba recayendo mayoritariamente en los propios familiares y en asociaciones privadas. La exhumación de la fosa de Almagro ha sido financiada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática que, desde el año 2020, ha otorgado subvenciones a más de 300 proyectos en el marco del Plan Estatal de Exhumaciones. En la fosa de Almagro han participado el Laboratorio de Antropología y Odontología Forense de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, el equipo de Antropología Social Mapas de Memoria de la Universidad Nacional de Educación a Distancia en colaboración con la Diputación Provincial de Ciudad Real, y la Universidad de Cranfield (Reino Unido).

Cartel con el horario de visitas a la fosa de Almagro

Cartel con el horario de las visitas públicas a las exhumaciones de la fosa de Almagro. © AI

Para Amnistía Internacional, el Estado debe asumir de forma directa las tareas de exhumación e identificación de las víctimas de desaparición forzada, y la restitución de sus restos a las familias. Y creemos que, para ello, debe establecerse una oficina de carácter estatal, accesible para todas las víctimas, que centralice la gestión de estos procesos de búsqueda, asegurando la actuación de las autoridades judiciales.

Para María Benítez intervenciones como esta son imprescindibles. “Este sitio llevaba muchísimo tiempo cerrado y abrir la puerta lleva a que la gente pueda preguntar, que podamos ir a los institutos, que puedan venir estudiantes de la universidad, que puedan venir familiares, personas del pueblo, que pueda venir todo el mundo a vernos como parte de la difusión del proyecto y de entender qué pasó aquí y por qué se está haciendo esto”.

Para José Barrios “es un acto de dignidad y de justicia”.

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