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Ana Payo-Payo en la Antártida.

Ana Payo-Payo en la Antártida. © Private

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El cambio climático aumentará la desigualdad de género. Ana Payo-Payo lo tiene claro

Por Vega Alonso del Val (@VegaAlonsoV), colaboradora de Amnistía Internacional,
El calentamiento global y sus consecuencias afectan a toda la población, pero tienen un mayor impacto en mujeres y niñas por las desigualdades a las que se enfrentan, como un menor acceso a los recursos económicos, educación, justicia o a la toma de decisiones. Además, el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático en el mundo son mujeres, y son ellas las principales responsables de producir alimentos y conseguir agua en los llamados países del Sur.

Ana Payo-Payo es científica, ambientóloga, oceanógrafa y también activista medioambiental. Compagina la ciencia con la divulgación para acercar a la sociedad el conocimiento científico. Comprometida con la igualdad de género en la ciencia, ha participado en una expedición internacional a la Antártida con este objetivo. Actualmente, trabaja como investigadora en Ecología en la Universidad de Aberdeen, en Escocia. Con ella charlamos sobre mujer y cambio climático

¿Cómo afecta el cambio climático a las mujeres?

Este fenómeno generará mayor impacto en los grupos que ya de por sí están más castigados, están en riesgo de pobreza, tienen menor autonomía o sufren más desigualdades. Entre estos grupos están obviamente las mujeres, que sufren mayor discriminación. En varios lugares, sobre todo en los países del Sur, los datos ya están demostrando que el cambio climático va a exacerbar las desigualdades de género.

¿Es algo que pilla lejos a los países desarrollados?

No nos tiene que pillar lejos. En Europa hay mucha pobreza y los efectos del cambio climático sobre la población más vulnerable, como las mujeres, serán elevados. También hay que tener en cuenta la crisis migratoria. Las cifras de personas que tienen que desplazarse van a aumentar mucho en los próximos años como consecuencia del cambio climático. Necesitamos tener una estrategia para recibirlos y poder lidiar con esta situación.

¿Qué papel están jugando las mujeres en la lucha contra el cambio climático?

El ejemplo más icónico de una figura de mujer en esta lucha es el de Cristina Figuerés. Después de una cumbre en la que parecía que todo estaba perdido, ella fue capaz de inspirar al cambio, la colaboración, y conseguir que surgiera el famoso Acuerdo de París. Ella fue de alguna manera la arquitecta de ese acuerdo. La historia contemporánea ya la tiene en su lugar, pero en su momento se le reconocerá aún más porque lo que hizo fue muy difícil.

Ana Payo-Payo, científica española

Ana Payo-Payo,científica, ambientóloga, oceanógrafa y también activista medioambiental. © Elena Soto

¿Estamos consiguiendo los objetivos marcados en el Acuerdo de París?

Depende de a quién le preguntes. Hay quien dice que vamos bien pero tenemos muchos retos por delante y se están dando pasos. Por ejemplo, se está legislando en cambio climático en los marcos legales de diferentes países. Sin embargo, algunas evidencias científicas nos indican que no estamos reduciendo las emisiones de una forma rápida y, que desde luego, vamos tarde. Aún así, el mensaje debe ser de esperanza, de llamada a la acción.

¿Falta perspectiva de género en la lucha contra el cambio climático?

Si queremos hacer frente a este problema, hay que incluir una perspectiva de género. Usando un símil que utiliza mucho Cristina Figuerés, es como si hiciéramos una carrera pero a pata coja. Para lograr llegar a la meta y alcanzar los objetivos que tenemos, necesitamos todas las manos y que las soluciones que se propongan tengan en cuenta la pluralidad y la diversidad de situaciones a las que se enfrenta cada persona. Yo, como mujer privilegiada que soy, siento que tenemos una responsabilidad con aquellas personas que no tienen voz y recursos, en muchas ocasiones porque les hemos despojado de ellos.

Has formado parte de ‘Homeward’, un programa con el objetivo de crear una red mundial de 1.000 mujeres en la lucha contra el cambio climático. ¿Cuál fue tu papel en esta iniciativa?

He participado como alumna en 2018 y como parte profesional en 2019. Su objetivo es visibilizar la figura de la mujer en el ámbito científico y darles las herramientas para alcanzar posiciones que les permitan decidir en este campo. Unas decisiones que sean capaces de influir para generar un futuro más sostenible. Uno de los grandes éxitos, al menos para mí, ha sido un artículo que hemos publicado en la revista Nature, donde llamamos a la acción de los gobiernos para que se declare la protección del área marina de la Península Antártida Occidental. Para mí es un ejemplo de cómo una red de mujeres puede generar influencia y un efecto positivo en el planeta.

Además de científica, activista, oceanógrafa, destaca tu papel divulgador a través de monólogos y charlas.

Es parte de como soy. Una ciencia que se hace en los despachos y no genera ningún tipo de impacto en la sociedad tiene muchas limitaciones (y con ello no digo que no tenga valor). Muchas veces no nos tomamos el tiempo de salir ahí fuera y contar a la gente lo que hemos aprendido. También es cierto que los recursos son tan pocos que los científicos tienen que hacer de todo: de gestores de proyectos, de periodistas… Pero la divulgación tiene que estar al frente de la base científica y de la toma de decisiones.

Ana Payo-Payo, científica española

Uno de los objetivo de Ana Payo-Payo es visibilizar la figura de la mujer en el ámbito científico. © Xurxo Mariño

¿Tiene la mujer el papel que se merece en la ciencia?

Esto sigue siendo un gran reto. A pesar de que se está avanzando, sigo teniendo la sensación de que los cambios están siendo lentos y de que las medidas que se están tomando no están teniendo el impacto que se esperaba. Seguimos teniendo muy pocas mujeres en los puestos de liderazgo. Las cifras siguen siendo muy parecidas a las de hace unos años. Algunas de las medidas que se han implementando tampoco están teniendo en cuenta la maternidad y, si no se tiene en cuenta, la maternidad puede lastrar la carrera de las mujeres investigadoras. Las medidas que se están tomando actualmente no parecen ser suficientes. Necesitamos poner a nuestros gobiernos a trabajar porque no podemos ir a la pata coja en la carrera. Necesitamos a todo el mundo en el mismo barco.

A nivel de activismo, muchas mujeres están trabajando para frenar el cambio climático pero, en muchos casos, reciben críticas o incluso llegan a recibir amenazas de muerte.

La figura de la activista en general es una figura, que por visibilizar temas en los que hay diferentes intereses, está expuesta a riesgos a los que otro tipo de gente no lo está. Hemos visto la violencia que sufren, tanto física en el caso de Berta Cáceres, como virtual, en el de Greta Thunberg. Me preocupa que llamemos a las mujeres a la acción, pero que luego no les demos la protección que se merecen. De alguna manera, se las convierte en víctima y, al mismo tiempo, se las responsabiliza de su propia tragedia. Por otro lado, ser activista da legitimidad a la figura de la mujer como comunicadora en este tipo de temas y como agente de cambio.

¿Qué objetivos tenemos por delante para frenar el cambio climático?

El más ambicioso es alcanzar los niveles de emisión necesarios para que el calentamiento global no supere los 1,5ºC, que se estableció como límite en el Acuerdo de París. Ese ya es un reto muy grande. Además, necesitamos ejemplos de liderazgo y gobernanza global, donde dejemos de polarizar los debates y busquemos soluciones que al final nos van a afectar a todos. Tengamos en cuenta que lo que hacemos en nuestras casas puede tener efectos al otro lado del planeta.

¿Qué necesitamos para abrir los ojos y frenar el cambio climático con una perspectiva de género?

Un tema fundamental es generar procesos participativos. Traer a las mesas de diálogo a los y las representantes de los colectivos más afectados por las decisiones que se van a tomar para que se sientan implicadas en el proceso y para que se las reconozca en la toma de unas decisiones que las van a afectar directamente.

¿Es posible un futuro sostenible?

Sí, sin duda. Tendremos que conseguirlo y con perspectiva de género. Para eso necesitamos todas las manos posibles. Un mensaje importante es que cada persona -parafraseando a Miguel Delibes- tiene responsabilidad en el ámbito que gestiona. Es decir, cada persona puede tener un impacto enorme dentro de su espacio: su casa, su empresa, etc. Cada persona en su círculo de actuación debe dar los pasos para reducir las emisiones y cambiar a un modelo más sostenible.

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