Alex Jones es lo que podríamos denominar un charlatán, un mentiroso propagador de bulos y teorías de la conspiración. Hace años creó una empresa, Infowars, y desde su web empezó a emitir un programa de radio y luego de TV en el que difundía desinformación que llegaba a millones de personas.
La verdad, aunque conocía el caso, cuando hace unos días vi el documental de HBO (ahora, Max) “La verdad contra Alex Jones” se me revolvieron las tripas.
Soy un admirador declarado de algunas cosas de la democracia estadounidense y me fascina el nivel de transparencia y rendición de cuentas y los contrapesos de la sociedad de ese país, tan icónica y criticable por otras tantas cuestiones.
Sin embargo, el grado de podredumbre alcanzado en una parte de la sociedad estadounidense, alimentado por un insaciable monstruo de la desinformación, cada vez más presente no solo en las campañas electorales sino en el día a día, es realmente aterrador. Me hizo recordar el refrán “Cuando las barbas de tu vecino…”, porque todo lo que empieza en EE.UU. se extiende por todo el mundo con el tiempo.
Imagen de Alex Jones, presentador de «Infowars». © Shutterstock
La matanza de Sandy Hook y el bulo del “montaje”
En diciembre de 2012 tuvo lugar una horrible matanza en la escuela de primaria de Sandy Hook, en Newton (Conneticut) que se cobró 26 víctimas, 20 menores de 6 y 7 años de edad y seis mujeres adultas del personal del colegio de primaria.
A las pocas horas de cometerse esta atrocidad, «antes incluso de que los cuerpos estuvieran fríos», como dice un abogado de los padres en una declaración para uno de los dos juicios por difamación que aparecen en el documental de HBO, Jones empezó a difundir el bulo de que todo era una patraña, un montaje.
Emilie, la hija de 6 años de Robbie Parker, llevaba muerta menos de 48 horas, tiroteada junto a 19 de sus compañeros de clase y seis miembros del personal de la escuela primaria Sandy Hook, cuando Alex Jones afirmó en Infowars que Parker, que hizo de portavoz de las familias en una declaración ante los medios, era «un actor de telenovela» que se lo había inventado todo.
Lo único que había hecho Parker era reírse a causa de los nervios antes de hacer una declaración a los medios sobre quién era su hija, pues era la primera vez que hacía una declaración ante la prensa.
Según Jones, el tiroteo escolar más mortífero de la historia de Estados Unidos había sido “una treta de los liberales para quitarles las armas a los estadounidenses”.
“Según Jones, el tiroteo escolar más mortífero de la historia de Estados Unidos había sido “una treta de los liberales para quitarles las armas a los estadounidenses.”
Tal como cuenta Parker en el documental, la página de Facebook en memoria de Emilie se inundó inmediatamente de gente que la llamaba «puta» y amenazaba con presentarse en su casa con armas exigiendo pruebas de que seguía viva.
Esto duró 10 años. Y aún sigue. Cada vez que Jones emitía otra teoría sobre el bulo, las familias recibían una nueva oleada de acoso: amenazas de violación, amenazas de muerte y gente que se enfrentaba a ellos en la calle.
En el documental, otra madre, Jacqueline Barden, declara ante el tribunal que ella y su marido recibieron cartas de personas que decían haber orinado en la tumba de su hijo Daniel, o que prometían desenterrarlo, porque estaban convencidos de que no había nadie en ella.
Alissa y Robbie Parker comparten un momento emotivo antes de la ceremonia de inauguración del parque infantil Emilie's Shady Spot en Riverside Park, New London, Connecticut, 17 de noviembre de 2013. El parque infantil, dedicado y bautizado con el nombre de Emilie Parker, es el decimocuarto de los 26 que se construirán en el marco del proyecto Sandy Ground: Donde juegan los ángeles, en honor de cada una de las 26 víctimas del tiroteo en la escuela Sandy Hook. © Cloe Poisson/Hartford Courant/MCT/Sipa USA
El periplo judicial de Jones y las familias de las víctimas
Durante dos juicios civiles celebrados en Texas y Connecticut, los progenitores e hijas e hijos de muchas de las víctimas declararon que estaban traumatizados por las conspiraciones falsas de Jones y las acciones de sus seguidores que, en ocasiones, se enfrentaron en persona a las afligidas familias diciéndoles que el tiroteo no ocurrió y que sus hijos e hijas nunca existieron.
Tras los juicios por difamación y angustia emocional por haber calificado repetidamente el tiroteo de la escuela de 2012 como un engaño montado por «actores» para conseguir que se aprobara más legislación sobre el control de armas, en 2022 Jones fue condenado a pagar 1.500 millones de dólares por daños y perjuicios a las familias de las víctimas de la matanza de la escuela Sandy Hook. Jones y su empresa se declararon en quiebra en 2022.
Jones está tratando de proteger sus cuentas personales en las redes sociales y evitar que sean vendidas en una próxima subasta de su plataforma de medios Infowars para pagar la cantidad con la fue condenado a indemnizar a las familias de Sandy Hook. Tiene intención de seguir con sus programas de entrevistas a través de otros medios, quizá un nuevo sitio web y sus ya mencionadas cuentas personales en las redes sociales. Incluso ha sugerido que los activos de Infowars podrían comprarlos sus seguidores, lo que le permitiría seguir presentando su programa como empleado bajo la marca Infowars en la ciudad natal de la empresa, Austin, Texas.
Pero el juez encargado del caso decidió que la plataforma de medios de comunicación Infowars y sus activos sean vendidos pieza por pieza en subastas este otoño para ayudar a pagar los más de 1.000 millones de dólares que debe a los familiares de las víctimas de Sandy Hook.
La mentira como arma política para deslegitimar el control de armas
Neil Heslin, cuyo hijo Jesse murió en el tiroteo de la escuela Sandy Hook en Newtown, Connecticut, testifica ante el Comité Judicial del Senado durante una audiencia sobre la Prohibición de Armas de Asalto. © Kristoffer Tripplaar/dapd/Sipa USA/sipausa
Nueve familias de algunas de las víctimas de la masacre en el colegio Sandy Hook llegaron a un acuerdo histórico de 73 millones de dólares en su litigio contra Remington, el fabricante del AR-15 empleado en esa matanza. Ese tipo de fusil, diseñado para operaciones militares de asalto en la guerra de Vietnam, es el que se utilizó contra civiles en otros tiroteos como un cine de Aurora (Colorado), en San Bernardino (California) y en el instituto de Parkland (Florida). La prohibición de estos fusiles de asalto, apoyada por el presidente Biden y aprobada por la Cámara de Representantes en 2022, sigue pendiente de una decisión del Senado de EE.UU.
El temor del lobby favorable a las armas a sentarse en el banquillo para rendir cuentas por las consecuencias de la venta y del uso de sus armas podría ser una de las razones del uso de las teorías de la conspiración difundidas por Jones y otros para deslegitimar movimientos de control de armas en EE.UU.
“El temor del lobby favorable a las armas a sentarse en el banquillo para rendir cuentas por las consecuencias de la venta y del uso de sus armas podría ser una de las razones del uso de las teorías de la conspiración difundidas por Jones y otros para deslegitimar movimientos de control de armas en EE.UU.”
No se trata de algo nuevo. Es algo que llevan haciendo décadas la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y otras organizaciones del lobby a favor de la venta de armas, especialmente en los últimos 20 años. La táctica es sencilla pero efectiva: cada vez que se produce una matanza, azuzan el miedo agitando el fantasma de que “el gobierno nos quiere quitar las armas” y se produce un aumento de las ventas.
Ese es el estrecho vínculo entre la desinformación y la polarización política en torno a la venta de armas en Estados Unidos. Una parte de la población no quiere atender a razones ni datos y se niega a mantener un debate racional sobre el impacto de la proliferación de las armas en esta sociedad. En cierto sentido me recuerda al negacionismo climático pese a la evidencia científica abrumadora. Es inevitable no acordarse de la película “Don’t look up” al evocar esta cuestión.
La reacción es similar a la de un bebé, una criatura inmadura que reacciona de forma irracional ante algo que admite poca discusión con los datos en la mano. El embrutecimiento de las masas con una mentira reiterada refuerza la defensa del uso de las armas enarbolando una supuesta bandera de la "libertad", que no es tal y afecta a derechos humanos básicos como la vida y la seguridad.
Es verdad que propaganda ha existido toda la vida. El emperador romano Nerón ya usaba aquello de “Pan y circo” que tan buen resultado le dio. Ya lo decía Goebbels, el nazi alemán ministro de propaganda de Hitler, que algo del tema sabía: “Una mentira repetida mil veces se transforma en verdad”. La única diferencia es que ahora se utiliza la tecnología moderna a disposición de unas pocas empresas omnipresentes como Meta y Google y otras.
Sin embargo, esto tampoco no es nada nuevo. Ya pasó en los años treinta del siglo pasado con la radio y el cine, medio de propaganda usado por los nazis y los soviéticos, al igual que las democracias liberales, y en los sesenta con la televisión.
Familias de Newtown, Connecticut, lugar del tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook, participan en la Marcha en Washington por el control de armas, 26 de enero de 2013 - Washington, D.C. © Kristoffer Tripplaar/ Sipa USA/sipausa
Desde hace ya unos años se está extendiendo por todo el mundo un discurso impulsado por el “maldito” algoritmo que aumenta la desinformación y el contenido disgregador, fomenta el racismo e influye en nuestras creencias y opiniones.
En definitiva, una máquina de la mentira, amparado en un modelo de negocio de unas redes sociales que Amnistía Internacional ha calificado de incompatible con el derecho a la privacidad y de peligro sistémico para diversos derechos como la libertad de opinión y de expresión, la libertad de pensamiento y el derecho a la igualdad y a no sufrir discriminación.
Venta de armas en EE.UU. y derechos humanos
En un país con más de 400 millones de armas entre la policía, el ejército y los civiles, una de cada tres personas posee un arma de fuego, aunque según otros datos en el 44% de los hogares de EE.UU. hay armas.
Según el SIPRI, las exportaciones de armas de EE.UU. crecieron un 17% en la última década, desde 2014, y su participación en el total exportaciones mundiales de armas aumentó del 34% al 42%, llegando a suministrar armas a 107 países de los 193 del mundo. Tampoco esto es nuevo y el presidente Einsenhower ya advirtió en los años 50 del pasado siglo del poder del complejo militar-industrial estadounidense.
De los mil millones de armas de fuego que había en circulación en el mundo en 2017, 857 millones (el 85%) están en manos de civiles. Casi el 50% de ellas están en un país, EE.UU., con menos del 5% de la población mundial. Más de 393 millones de esas armas están en manos de civiles. Por término medio, cada estadounidense posee 5 armas de fuego, mientras que casi el 22% de quienes poseen armas de fuego sólo tienen una.
Según datos de Gun Violence Archive, desde 2014 y hasta 2024, la cifra de matanzas crece sin cesar cada año y se ha más que duplicado en una década, pasando de 272 en 2014 a 656 en 2023.
Desde la matanza de Sandy Hook en 2012 hasta finales de 2024 ha habido más de 800 tiroteosen escuelas de EE.UU. que han causado al menos una víctima mortal. La cifra de víctimas mortales y personas heridas solo en esta última década supera las 1.500.
Manifestación para poner fin a la violencia armada. © Erik McGregor/PACIFIC PRE/SIPA/1806031103
Amnistía Internacional ha calificado esta situación de epidemia de violencia armada que afecta al derecho a la vida, a la seguridad personal, a la salud y a no sufrir discriminación. Aparte del sufrimiento humano que implica, la violencia armada cuesta al sistema sanitario estadounidense 170.000 millones de dólares al año.
Los homicidios con armas de fuego en EE.UU. afectan de forma desproporcionada a las comunidades de raza negra y a los hombres hispanos, a menores y personas jóvenes. Amnistía trabaja en alianza con otras organizaciones para para acabar con la epidemia de violencia armada. Las medidas que apoya incluyen la prohibición de los fusiles de asalto, recursos para la investigación sobre la violencia armada, programas de prevención de la violencia dirigidos por las comunidades afectadas, y apoyo, incluida atención sanitaria mental y física, a las personas supervivientes de la violencia armada.
En definitiva, aunque los tiempos son complejos (y todo se complica con los avances de la inteligencia artificial), no está de más estar vigilantes y combatir los bulos y la desinformación para proteger los derechos humanos.
Aunque a veces sea desesperante para el ritmo de locos del ciclo sin fin de noticias de unos medios insaciables en los que la actualidad es hoy, el rigor y la pausa de Amnistía Internacional en sus análisis e informes es una bocanada de aire fresco y una garantía de un análisis pausado y serio, que verifica una y otra vez la información y evita propagar bulos para combatir la desinformación.