En los últimos años han tenido lugar algunas de las mayores movilizaciones de protesta que hemos visto en varias décadas. Un amplio estudio que analizó datos sobre casi 3.000 protestas entre 2006 y 2020 concluyó que durante ese tiempo había habido protestas en todas las regiones del mundo, y esas protestas habían aumentado de manera constante hasta cuadruplicarse durante ese periodo de 14 años.
Se produjeron picos de actividad, entre otros momentos, durante la crisis económica mundial de 2008 y durante la introducción de medidas de austeridad después de 2010, y en 2016 hubo una escalada de las protestas contra múltiples cuestiones económicas, sociales, políticas y de justicia, hasta la pandemia de COVID-19.
Los manifestantes presentes reaccionan después de que la policía disparase gases lacrimógenos durante una manifestación contra el golpe militar en la ciudad noroccidental de Kale, el 2 de marzo de 2021. © STR / AFP vía Getty Images
Otro estudio basado en un conjunto diferente de datos confirmó una tendencia similar que sugería que las protestas multitudinarias habían aumentado un 11,5% anualmente desde 2009 hasta 2019, en todas las regiones del mundo. En 2020, pese a la calma inicial debida a la incertidumbre sobre la COVID-19 y las nuevas restricciones, las nuevas protestas antigubernamentales empezaron a aumentar otra vez, y para final de 2021 aproximadamente dos tercios de los países del mundo habían registrado al menos una gran protesta antigubernamental entre 2017 y 2021, según los datos recopilados por Global Protest Tracker.
Las publicaciones de la propia Amnistía Internacional reflejan estas observaciones. Por ejemplo, nuestro informe anual sobre El estado de los derechos humanos en el mundo, que examina la situación de los derechos humanos en unos 160 países, registra habitualmente ataques contra protestas en aproximadamente la mitad de los países investigados. Nuestro último informe anual, de 2021/2022, expresó preocupación por el uso de fuerza innecesaria y/o excesiva contra manifestantes en al menos 85 de los 154 países examinados.
Miembros y simpatizantes de Amnistía Internacional se manifiestan pacíficamente a favor de los derechos LGBTI. © Tomás Ramírez Labrousse/Amnesty International
Hay varias interpretaciones sobre qué es lo que está impulsando esta nueva era de protestas colectivas. Un estudio ha intentado explicar el aumento de las protestas en torno a cuatro macroáreas:
1. Fracaso del sistema político
Incluye protestar contra una falta de democracia realy una falta de acceso a la justicia, en favor de la transparencia y la rendición de cuentas, y contra el abuso de poder y la corrupción, los golpes de Estado, los intereses militares y la guerra.
2. Justicia económica y oposición a las medidas de austeridad
Incluye cuestiones relativas al empleo, los salarios y las condiciones laborales, la reforma de los servicios públicos, la influencia de las empresas, la desregulación y la privatización, la desigualdad, los bajos niveles de vida y los altos costes de la energía, la reforma agraria y de la tierra, la vivienda, y los elevados precios de los alimentos.
3. Derechos civiles
Incluyen las protestas que reclaman los derechos de las minorías étnicas, indígenas y raciales, exigen el acceso a bienes públicos, como los bienes comunes digitales, de la tierra, culturales y atmosféricos, y reclaman el derecho a la libertad de expresión, reunión pacífica y asociación, los derechos de las mujeres y las niñas, los derechos laborales, los derechos LGBTI+, los derechos de las personas migrantes, las libertades personales y los derechos de la población reclusa, y expresan preocupación por cuestiones religiosas.
4. Justicia global
Incluye protestas sobre la justicia medioambiental y climática, contra las instituciones multilaterales, el imperialismo y el colonialismo, o contra el libre comercio y los agravios económicos.
Un estudio diferente encontró temas similares detrás de múltiples protestas (por ejemplo, las dificultades económicas, la mala gobernanza, la desigualdad, la corrupción, la insuficiencia de los servicios estatales, la represión y la negación de derechos), pero también sugiere que las protestas multitudinarias se han visto aceleradas por una serie de condiciones, como por ejemplo el mayor acceso a Internet, a las redes sociales y a la tecnologías de mensajería instantánea, que facilitan la organización de protestas y la creación de redes online y aumentan el acceso a la información. Además, el estudio concluyó que los altos índices de desempleo y precariedad laboral (especialmente entre la juventud), la extrema desigualdad, la falta de oportunidades y la percepción de una corrupción generalizada, así como el aumento de la urbanización, la alfabetización y las tensiones medioambientales, han contribuido a sucesivas oleadas de protesta que probablemente continuarán en un futuro próximo.
Manifestación en defensa de los derechos humanos. © AI
El análisis llevado a cabo por la propia Amnistía Internacional muestra también que la demanda de imparcialidad, justicia, libertad y oportunidad seguirá impulsando protestas. Seguimos viendo en todo el mundo a gente que se alza no sólo para defender sus propios derechos, sino también en solidaridad con los derechos de otras personas. Esta gente sigue alzándose, incluso ante la cruel represión de las autoridades. No parece sentirse disuadida respecto a hacer oír su voz. Según las últimas observaciones de Amnistía Internacional, en 2021 y 2022 se celebraron protestas multitudinarias en más de 80 países. Y todo indica que la tendencia se va a mantener en 2023. Por ello, desde la organización seguiremos con mucha atención cualquier incidencia, defendiendo el derecho a la protesta y denunciando cualquier abuso de derechos humanos. Lucharemos contra todos y cada uno de los intentos de acallar nuestras voces y nos alzaremos contra las traiciones para exigir justicia.
¡Por un 2023 solidario y justo basado en los derechos humanos!